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IDEAS PARA LOS PAPÁS. EL TIEMPO DE CALIDAD. Por: Dr. Flavio Mota Enciso

18.11.2022

Antes de proponer algunas estrategias para hacer mas efectivo y eficiente el tiempo que los padres disponen para estar con sus hijos, establecemos algunas bases sobre la educación en familia.

Las bases de la educación familiar.

  • La educación es un derecho y un deber de los padres de familia. Un derecho en cuanto a que sus hijos pertenecen en primer lugar, a Dios, por el Creador de la vida, y en segundo, a los padres, puesto que son los transmisores de ese milagroso don de generar personas, a imagen y semejanza de Dios y portadoras de las características de sus padres, carne de su carne.

Al estado y a la escuela les corresponde apoyar a los padres de familia en esta tarea, pero no en sustituirla.

Es un deber, porque los padres de familia tendrán que dar cuenta a Dios de la educación que brindaron a sus hijos, de cómo establecieron las bases para su desarrollo, del sistema de valores que les inculcaron y la orientación con que dirigieron y corrigieron su educación.

  • La educación tiene que estar subordinada al fin último del hombre: su salvación eterna. Todo lo que el niño aprenda para ser mejor en las áreas sociales, personales, económicas, deportivas, etc., todo eso está bien, pues corresponde con el mandato de Dios, de alcanzar la perfección. Pero estos talentos desarrollados servirán de poco, si el hijo no alcanza el Cielo.
  • ¿Y a quien corresponde educar a los hijos, al papá o a la mamá? A ambos. Pero no necesariamente de la misma manera. Dios nos hizo iguales ante su presencia, pero afortunadamente nos hizo diferentes en cuanto a las funciones. Somos iguales en derechos y obligaciones, pero distintos en las tareas. Distintos, pero complementarios.

La complementariedad no es una limitante para los esposos; por el contrario, es una extensión de sus capacidades, que nos permite tener el apoyo del esposo o esposa en las cosas que no alcanzo a cumplir. Las solas diferencias anatómicas y fisiológicas ya nos dan una idea de las funciones a desarrollar. Por algo Dios nos hizo hombre y mujer. Pero se requiere un apoyo mutuo para que cada uno de los esposos cumpla con su tarea de criar y educar. Al final Dios nos pedirá cuentas a ambos por nuestros hijos.

El problema actual.

La complejidad de nuestra sociedad ha complicado enormemente la tarea de educar a los hijos. Múltiples factores obligan a cada familia a buscar las mejores opciones en el cumplimiento de esta tarea.

La intromisión del Estado en la educación pública, con una educación decididamente anticatólica, y con contenidos basados en filosofías o ideologías extrañas a nuestra idiosincrasia; inmorales, que provocan una deformación moral; o sencillamente irrelevantes para los fines de la educación: contenidos que no tienen utilidad ni teórica ni práctica y menos relacionados con el principal objetivo de la educación.

Las condiciones relacionadas con la obtención del sustento familiar han obligado a ambos padres a incorporarse al proceso productivo, en ocasiones de tiempo completo, con el casi seguro descuido de los hijos durante las ausencias. Cabe mencionar que últimamente se han sumados los abuelos a la educación de los nietos, que si ser una solución óptima, al menos mantiene la línea de formación familiar.

La Internet y los medios masivos de comunicación bombardean a nuestros hijos desde todos los ángulos con ideas y mensajes, en su gran mayoría inútiles, cuando no nefastos para su formación. No hay barreas que impidan el acceso a estos medios; pueden limitarse, pero, aunque se cierren las puertas, siempre hay ventanas por dónde penetrar.

Este complicado panorama nos obliga a buscar medios alternos para procurar esa verdadera educación, que permita a nuestros hijos desarrollar sus capacidades, pero que también los orienten hacia su meta final, por la cual se trabaja durante toda la vida: alcanzar la salvación. Una de estas estrategias es brindar tiempo de calidad a nuestros hijos, en los espacios y tiempos donde los tenemos con nosotros.

El tiempo de calidad

Esta estrategia tiene su aplicación en todo momento en que estamos con los hijos, pero especialmente cuando estos tiempos son limitados por los problemas y obstáculos antes comentados. Algunas sugerencias:

  • El término "tiempo de calidad" es un concepto que tiene dos partes: tiempo y calidad. No se puede brindar tiempo de calidad si primero no se destina tiempo para estar con los hijos. Lo ideal es que se dé un contacto padre, madre e hijo directo, cara a cara, pero si eso no fuera posible, entonces será necesario utilizar los medios de comunicación disponibles, o ambos.

Dedicar tiempo a los hijos no es, por sí solo, tiempo de calidad. Se puede estar todo el día en casa, sin prestar atención a los hijos. Esto de muy poco sirve para su educación.

El tiempo de calidad debe tener objetivos claros, intencionalmente seleccionados, que orienten a los padres sobre lo que harán en esos espacios.

  • El primer componente del tiempo de calidad es el amor, el cariño. Es necesario que, en esos espacios dedicados a los hijos, ellos se sientan queridos, amados, comprendidos. Los fundamentos pedagógicos son el amor y el querer ayudar. Sin esta condición el tiempo de calidad se convertirá en un tiempo de sufrimiento para ambos, padres e hijos.

Aunque depende de las distintas costumbres familiares, el decir "te quiero" es recomendable, pero se puede suplir por cualquier otra frese que indique aprobación: "la consentida", "mi futbolista", etc. Pero es importante que las actitudes y el lenguaje corporal correspondan con las palabras.

Esto no significa que evitemos corregir o regañar a los hijos, pero tendrá que ser un acto secundario a la manifestación del amor y al querer ayudar.

  • Planea lo que harás en los siguientes "tiempos de calidad". No es necesario hacer un programa didáctico ni tenerlo por escrito. Reflexiona sobre las necesidades de tus hijos o sus problemas, y decide cuál o cuales temas abordarás. Si tu hijo ha tenido un problema en la escuela, ayúdale a que lo analice y a encontrar soluciones. Si necesitas tratar un problema de higiene, piensa cómo lo abordarás, de manera que no sea rechazado inmediatamente.

No se quiera resolver todos los problemas en un solo espacio de tiempo. Jerarquiza y selecciona uno o dos como máximo.

  • Cuando trabajes en la solución de un problema de tu hijo o hija, primero tómalo en serio. Quizás para los padres parezca irrelevante, pero para un adolescente pudiera sentirse como vital. Luego se le debe de dar seguimiento. Eso tiene más importancia de lo que parece, pero lo primero que le estás diciendo a tu hijo es que te interesas por él.

¿Cómo dar el seguimiento? Puede ser en otro de los tiempos dedicados para ello, pero también puede ser una pregunta de pasillo, un mensaje o una llamada telefónica: ¿Cómo vas? ¿En qué te puedo ayudar?

  • Planea los tiempos para la instrucción religiosa y la formación moral. Si hemos afirmado que la educación debe conducirnos a la salvación, entonces tenemos que brindar la educación que permita a nuestros hijos conocer y amar a Dios y a la Santísima Virgen María, y que les enseñe cómo comportarse bien, tanto socialmente como moralmente.

En esta tarea podemos recurrir a especialistas (sacerdotes, catequistas, orientadores) pero es esencial que se realice. Lo que sí corresponde a los padres es, cuando se recurra a este apoyo, vigilar que los hijos asistan y participen.

Los medios de salvación están agrupados alrededor de los sacramentos, las virtudes, la oración. La mejor forma de enseñar a los hijos es mediante el ejemplo. Frecuenta los sacramentos y reza en familia.

Podemos decir que el tiempo de calidad es una estrategia que seguramente nos dará increíbles resultados, si la empleamos y lo hacemos bien.

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