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La homosexualidad: elección o perversión. Por: JM López Vega

12.05.2022

Para responder a este dilema, hagamos un pequeño análisis de la homosexualidad, utilizando para ello la metodología que usaban los escolásticos:

Tesis (Lo que afirma la Doctrina de la Iglesia)

Los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados. Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso.

Objeciones:

  • La homosexualidad no es una perversión.
  • Algunas personas, cuando nacen, ya son homosexuales.
  • Muchas personas tienen de manera natural rasgos o tendencias homosexuales.
  • La homosexualidad es una elección, un derecho humano.

Argumentos contra las objeciones:

1. Según el diccionario, el término perversión se refiere a la alteración de la condición natural o del orden habitual de las cosas.

Dese el punto de vista biológico, se trata de una perversión, pues en la naturaleza los dos sexos desempeñan funciones específicas, diferentes, pero complementarias.

Desde el punto de vista social, constituye un grave ataque a la familia y una afrenta a la sociedad. A la primera lo quita su fin primario, que es la procreación; a la sociedad la corrompe con prácticas contrarias a las costumbres sanas.

Desde la perspectiva psicológica, implica necesariamente un distorsión de la personalidad pues hay un problema de identidad implícito; el yo real no coincide con el yo percibido.

Desde el punto de vista moral, lo contrario a la ley natural no puede ser correcto. La homosexualidad es un acto antinatural.

Desde la perspectiva religiosa, es un pecado, sancionado repetidamente en las Sagradas Escrituras y en la tradición de la Iglesia.

2. Se nace homosexual. No es así, salvo cuando hay una anormalidad genética. Nacemos con un sexo definido, no solo por los caracteres sexuales externos, sino, sobre todo por el registro genético a nivel cromosómico: XX y XY.

Es cierto que eventualmente se presenta una anomalía llamada hermafroditismo, en la que están presentes ambos sexos, pero su incidencia es rara, de aproximadamente 1/20,000[1]. Es una irregularidad, generalmente asociada con otros problemas físicos y hormonales.

Pero entre las personas que socialmente se denominan homosexuales, es difícil encontrar una que presente esta anomalía. Conocedoras de su problema, asumen un solo rol, el que más les favorece.

3. Sobre las tendencias o rasgos. Es necesario distinguir entre tendencias o rasgos homosexuales y la homosexualidad como comportamiento y pecado.

Las tendencias o rasgos homosexuales no constituyen ningún problema moral, en el sentido de imputabilidad de pecado. El hecho de que se presenten las tendencias femeninas en el hombre o masculinas en la mujer pudieran ser rasgos de su personalidad. De igual forma tenemos personas que presentan tendencias a la gula, a la ira, o a la lujuria.

Pero las tendencias o rasgos homosexuales no aseguran la conducta homosexual, así como la tendencia a la gula no asegura la bulimia o la tendencia a la ira no predice a un delincuente.

La educación entra en juego para poner las cosas en su lugar. Formar el carácter será esencial para que la persona alcance el autodominio. Una buena educación religiosa a edad temprana, pudiera ser suficiente para orientar sanamente la sexualidad de las personas con rasgos o tendencias de este tipo.

Por eso es importante el ejemplo y consejo de los padres, sacerdotes y maestros, para orientar el comportamiento de acuerdo a la naturaleza de la persona.

El problema inicia cuando se dejan libres esas tendencias, se desvinculan de su contenido moral y se convierten en acciones inmorales.

Por eso la Iglesia recomienda expresamente trabajar el tema de la castidad con estas personas.

En conclusión, las tendencias o rasgos homosexuales no constituyen en sí mismas un pecado, mientras no se conviertan en prácticas homosexuales.

4. El mismo concepto de elección implica ya un acto humano e imputable (responsable). Si una persona toma la decisión de ser homosexual, está siendo responsable de sus actos, y consintiendo el pecado.

Si las leyes humanas han declarado que elegir el género es un derecho de la persona, y con ello legalizan la homosexualidad, tenemos que valorar su preeminencia respecto a las leyes de Dios. Las leyes humanas tienen una jerarquía menor a las leyes de Dios. Los hombres pueden establecer muchas normas, que serán legítimas siempre y cuando no violen los mandatos divinos ni el bien común.

El mundo puede decir muchas cosas y ordenar incluso la cárcel o hasta la muerte para quien las rompa, pero primero es la obediencia a Dios. 

Y estas normas emanadas de Dios son tan necesarias, que la vida eterna está en juego.

En un tono más claro: Debemos obedecer a Dios antes que a los hombres, aunque en ello se vaya nuestra vida.

Conclusión:

Afirmamos la Tesis: Los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados porque son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso. 


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