aborto

La “salud reproductiva” y el derecho al aborto. Por: JM López Vega

16.05.2022

Todas las personas, independientemente de la edad, el origen, la cultura u otra circunstancia, tenemos derechos que se deben respetar. Igualmente todos, desde el más pequeño hasta el mayor, tenemos también unos deberes que cumplir. Pero cada derecho lleva aparejados unos deberes y unas responsabilidades.

No todos los derechos tienen la misma importancia u obligatoriedad. Unos se subordinan a otros. Jerárquicamente, los derechos de Dios son superiores a los derechos de los hombres.

¿Hay un derecho para asesinar a los hijos?

Dentro de los derechos del hombre, el más importante es el derecho a la vida, pues si no se garantiza éste, los demás carecen de sentido. La libertad de expresión, el derecho de libre tránsito o a la propiedad privada no sirven de nada si no se garantiza el derecho a la vida.

Y en el caso de la vida del ser humano, empieza siempre en el vientre de su madre. ¿Por qué sucede así? Es la manera como Dios -y sus leyes insertas en la naturaleza- asegura la supervivencia de la persona y el establecimiento de lazos afectivos, que serán imprescindibles para la vida sana del niño y luego adulto. Y aunque depende de la madre para subsistir, es un ser distinto, con un alma única y diferente, y una carga genética propia e individual.

El primer derecho que debe respetarse en este caso es la vida de quien se desarrolla en el seno de su madre.

Frecuentemente se nos olvida que a todo derecho corresponde un deber. Y éste, es el vínculo moral que obliga al ser humano a hacer u omitir algo. Por ejemplo, tienes el derecho a tener un trabajo, bien, entonces tienes el deber de trabajar. Tienes el derecho de recibir una educación, luego, tienes el deber de estudiar.

En el caso de la mujer, tiene el derecho a casarse y procrear hijos, pero tiene el deber de cuidarlos y educarlos. Pero no tiene ningún derecho a matarlos, a disponer de una vida que no le pertenece.

El argumento que utilizan los abortistas es que la mujer tiene derecho a decidir sobre su propio cuerpo. En principio no es así, porque el cuerpo y la vida pertenecen a quien lo ha formado y proporcionado el aliento vital: Dios.

Desde luego que tienen el deber de conservar su cuerpo en óptimas condiciones de salud, pero esas decisiones no incluyen a la persona que temporalmente se hospeda en el vientre de su madre.

Si una mujer ha ejercido su derecho de ser madre, entonces debe cumplir con su deber de proteger y cuidar a sus hijos.

Al derecho de ser madre, sigue el deber de cuidar al hijo

· El aborto atenta contra el plan salvífico de Dios.

La razón por la que estamos en este mundo, como dice el Catecismo, es "amar y servir a Dios en esta vida para verle y gozarle en la otra". Para eso nos creó Dios.

Y esa es la más grande desgracia para los niños abortados. Se les niega la posibilidad de la salvación. No se les da la oportunidad de vivir, ser cristianos y alcanzar el cielo, sino que termina con una vida antes de que pueda decidir por sí mismo si quiere seguir a Cristo.

Si lo vemos desde la perspectiva religiosa de la rebelión de Satanás contra su Creador, esta es una batalla que está ganando el demonio: elimina la posibilidad de millones de niños se salven. Ataca a Dios eliminando sus creaturas y privándolas de la felicidad eterna.

El aborto es el nuevo culto al dios Moloch

Pero el demonio no lo hace solo. Lo hace con la colaboración, generalmente consciente, de muchas personas, que han perdido el rumbo y corrompen a los demás, con leyes y prácticas inmorales y que ocultan sus perversiones sexuales en leyes hechas por los hombres, pero inspiradas siempre por Satanás.

aborto