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01.02.2023

El Papa Francisco explica quiénes son los pobres de espíritu. ACIPRENSA. Por Eduardo Berdejo. 29ene23. https://www.aciprensa.com/noticias/el-papa-francisco-explica-quienes-son-los-pobres-de-espiritu-46489

Resumen:

Ante los cerca de 25 mil fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, el Pontífice destacó que "en la Liturgia de hoy se proclaman las bienaventuranzas según el Evangelio de Mateo. La primera y fundamental es: 'Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos'".

"¿Quiénes son los 'pobres de espíritu'? Son aquellos que saben que no se bastan a sí mismos, que no son autosuficientes, y viven como 'mendicantes de Dios'", resaltó el Santo Padre.

El Papa Francisco explicó que estas personas se sienten necesitadas de Dios "y reconocen que el bien viene de Él, como don, como gracia. Quien es pobre de espíritu atesora lo que recibe; por eso desea que ningún don se desperdicie".

En esa línea, el Santo Padre señaló que el no desperdiciar es un "aspecto típico de los pobres de espíritu".

"Jesús nos muestra la importancia de no desperdiciar, por ejemplo, después de la multiplicación de los panes y de los peces, cuando pide que se recoja la comida que ha sobrado para que nada se pierda", recordó.

En ese sentido, afirmó que "no desperdiciar nos permite apreciar el valor de nosotros mismos, de las personas y de las cosas. Pero lamentablemente es un principio a menudo desatendido, sobre todo en las sociedades más ricas, en las que domina la cultura del derroche y del descarte".

Por ello, el Papa Francisco propuso a los fieles "tres desafíos contra la mentalidad del derroche".

"Primer desafío: no desperdiciar el don que somos". Y es que cada persona "es un bien, independientemente de las cualidades que tiene. Cada mujer, cada hombre es rico no solo en talentos, sino en dignidad, es amado por Dios, vale, es precioso".

Como segundo desafío propuso "no desperdiciar los dones que tenemos. Resulta que en el mundo cada año se desperdicia cerca de un tercio de la producción alimentaria total. ¡Y esto mientras muchos mueren de hambre! Los recursos de la creación no se pueden usar así; los bienes deben ser custodiados y compartidos, de forma que a nadie le falte lo necesario. ¡No malgastemos lo que tenemos, sino difundamos una ecología de la justicia y de la caridad!".

Finalmente, dijo que el tercer desafío es "no descartar a las personas". "La cultura del descarte dice: te uso hasta que me sirves; cuando ya no me intereses o seas un obstáculo para mí, te tiro", denunció.

COMENTARIOS 

La interpretación que hace Francisco de este pasaje evangélico tiene algunas diferencias con respecto a la tradicional enseñanza de la Iglesia. Ser pobre de espíritu no es un sinónimo de ser pobre, aunque esta condición pudiera ayudar; como ser rico tampoco quiere decir que se carece de la pobreza de espíritu que nos pide el Evangelio. Ser pobre ayuda, pero no implica a la pobreza de espíritu. Veamos que dice San Agustín y el Padre Nicolás Schwizer, que escribe un artículo en CatholicNet donde resume con toda claridad esta bienaventuranza.

Dice San Agustín[1]:

¿Quiénes son los pobres de espíritu? No los pobres en recursos, sino en deseos. En efecto, el que es pobre en espíritu, es humilde; y Dios escucha los gemidos de los humildes y no desecha sus súplicas.

El Señor nos confió el sermón de la montaña y comenzó por la humildad, es decir, por la pobreza. Hallas a un hombre piadoso con abundancia de bienes terrenos, pero no hinchado de orgullo. Hallas a otro hombre necesitado, que carece de todo, pero se sostiene en cosas que son nada. No tiene éste más esperanza que aquel. Aquel es pobre de espíritu porque es humilde; este, por el contrario, es pobre, pero no de espíritu. Por eso Cristo el Señor, cuando dijo: Bienaventurados los pobres, añadió de espíritu. En consecuencia, no busquéis ser ricos quienes me habéis escuchado siendo pobres.

Sean ricos —dice— en buenas obras. Manifiéstense ahí las riquezas; siembren en ese campo. Pues de tales obras hablaba el mismo Apóstol al decir: No nos cansemos de hacer el bien. A su debido tiempo cosecharemos.

Por su parte, el Padre Nicolás Schwizer[2]:

Sabemos que la pobreza de alma no es una cuestión del dinero, sino una cuestión del corazón. El hecho de que no se posea dinero, no es de por sí una virtud. No se puede poseer ni un centavo, pero tener la actitud del rico.

El pobre se da cuenta de que depende totalmente de Dios. Tiene el sentido de su limitación humana.

Sólo aquel que conoce y reconoce su debilidad y pequeñez ante Dios, pone toda su confianza en Él, espera todo de Él, busca su protección poderosa. En esa actitud de pobreza espiritual se vacía de sí mismo. Y porque está abierto y disponible para Dios, hay lugar para la acción divina.

Y cuando nos imaginamos que ya no tenemos necesidad de Dios, cuando estamos satisfechos de nosotros mismos, de nuestros conocimientos, de nuestras prácticas religiosas, de que no deseamos nada más, cuando no esperamos ya nada de Dios - entonces somos ricos. Creo que no hay pecado mayor que el de no esperar nada de Dios. Porque si no esperamos nada de Dios, es que ya no creemos en Él, es que ya no lo amamos.

¿Y qué nos dice Francisco en su discurso?

Los Pobres de espíritu son aquellos que saben que no se bastan a sí mismos, que no son autosuficientes, y viven como 'mendicantes de Dios'

Quien es pobre de espíritu atesora lo que recibe; por eso desea que ningún don se desperdicie… el no desperdiciar es un "aspecto típico de los pobres de espíritu".

En ese sentido, afirmó que "no desperdiciar nos permite apreciar el valor de nosotros mismos, de las personas y de las cosas. Pero lamentablemente es un principio a menudo desatendido, sobre todo en las sociedades más ricas, en las que domina la cultura del derroche y del descarte".

De manera tangencial, Francisco interpreta la pobreza de espíritu como la necesidad que tenemos de Dios. Pero no es tanto porque necesitemos de Él, sino porque los pobres no se bastan a sí mismos, no son autosuficientes. Esta es una buena definición de pobreza, pero no de la que nos habla Jesucristo en las bienaventuranzas.

Francisco resume su prédica en tres puntos: No desperdiciar lo que somos, No desperdiciar lo que tenemos, y no descartar a los demás. Tres buenas recomendaciones que conducen a la caridad o al menos a la fraternidad, pero no necesariamente son coherentes con la pobreza de espíritu.

La primera de ellas, "no desperdiciar lo que somos", según nos dicen San Agustín y el P. Schwizer, la pobreza de espíritu tiene que ver con reconocer que no somos nada ante Dios, y que dependemos de su Providencia. Las otras dos recomendaciones están más orientadas a ayudar a los demás, pero en un plano material, humano, distinto de esperar todo de Dios.


[1] San Agustín. Sermón 53 A. Las bienaventuranzas. https://www.augustinus.it/spagnolo/discorsi/discorso_066_testo.htm

[2] Schwizer, N. Pobreza – Bienaventuranzas. CatholicNet. https://es.catholic.net/op/articulos/41834/cat/901/pobreza-bienaventuranzas.html#modal 


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