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NOTICIA COMENTADA 594

25.03.2023

Jorge Costadoat sj: "El sacramento de la reconciliación no cumple con los estándares de humanidad de la época" RELIGIÓN DIGITAL. 03mar23. https://www.religiondigital.org/cristianismo_en_construccion/Jorge-Costadoat-sacramento-reconciliacion-estandares-penitencia-confesion_7_2538116167.html

Resumen:

El cataclismo en la confianza de los fieles en los ministros consagrados a causa de sus abusos sexuales, de poder y de conciencia, y de su posterior encubrimiento, exige en la actualidad revisar los ámbitos del ejercicio del oficio del presbiterado. Las y los católicos con razón están airados. Se precisan conversiones de la mirada y del corazón. Pero sobre todo se requieren reformas de instituciones y de procedimientos.

Esto se aplica al sacramento de la reconciliación. La confesión es un instrumento peligroso. Siempre lo fue, solo que en otros tiempos a nadie le llamaba la atención que lo fuera.

Es un dato ampliamente conocido por presbíteros y fieles que mediante la confesión se cometen abusos de diversa gravedad. Lo saben las/los laicos. Más de uno, en más de una ocasión ha tenido una pésima experiencia. No me refiero a los casos más preocupantes como el de la solicitación (petición sexual). Ellas/os han podido ir de un cura a otro, dependiendo de los pecados que este acostumbra absolver o de la misericordia que tenga, hasta dar con quien le convenga. Es lo que han debido hacer muchas mujeres a causa de la píldora. Los sacerdotes, por nuestra parte, hemos tenido que reparar personas que algún cura diez, veinte o treinta años atrás maltrató con su dureza o alguna reprimenda. O "dar permisos" para que las personas comulguen en misa.

¿Cómo se puede evitar que estos hechos puedan seguir ocurriendo? Se dirá que no habría que preocuparse tanto. La gente ya casi no se confiesa. Pero, ¿habrá que dejar caer simplemente el sacramento por inútil? Antes que algo así ocurra, debe evitarse que haya personas que actualmente se sientan obligadas a confesarse. Debe indagarse cómo un modo de relación entre los ministros y los fieles impide su encuentro con Dios, lo daña incluso, en vez de facilitarlo.

El perdón es un aspecto clave en el cristianismo. Pero la Iglesia no tiene una única manera de ofrecerlo. Por ejemplo, en la misma eucaristía hay por lo menos dos momentos de perdón, al comienzo de la misa y cuando los participantes se dan la paz. Las autoridades eclesiásticas cumplen bien su trabajo cuando exhortan a los y las católicas a pedirse perdón; o cuando llaman a una sociedad a reconciliarse. Pero, ¿puede aún considerarse normal que se exija a una persona revelar a otra su intimidad? ¿No es, en realidad, una barbaridad que se espere de una cristiana/o que abra su corazón a cualquiera?

Esto fue normal años atrás. Hoy, no. En la cultura actual la intimidad de las personas es un aspecto de su dignidad humana. La intimidad solo ha de compartirse con plena libertad.

¿Y si la confesión fuera absolutamente voluntaria? En este caso la Iglesia tendría que justificar cómo autoriza la existencia de un instrumento religioso, como es el sacramento de la reconciliación, a sabiendas de los riesgos mencionados. En el mejor de los casos, ella tendría que capacitar a los ministros con conocimientos psicológicos y teológicos, además de establecer controles a esta actividad como sucede con el ejercicio de otras profesiones.

El proceso sinodal en curso exige superar las asimetrías eclesiásticas que impiden la eclesialidad como la que tiene lugar en la confesión, originada a su vez por el sacramento del orden que ubica a los ministros en un grado jerárquico superior. La triada de los sacramentos de la eucaristía, la reconciliación y del orden suele hacer de corral dentro del cual se menoscaba la libertad de los hijos e hijas de Dios. Su libertad, y su dignidad

Es preocupante lo que ocurre en la Iglesia a propósito del sacramento de la reconciliación. Este es un aspecto, un asunto o una dimensión de un distanciamiento muy profundo entre las prácticas sacramentales y la emergencia cultural de nuevos valores. Mucha gente hoy espera de su Iglesia instrumentos que le ayuden a desarrollar un cristianismo vivo. No están dispuestas/os a que su fe en Cristo pase obligatoriamente por un "hombre sagrado", se llame sacerdote, cura u obispo. La "sacerdotalización" de la Iglesia, en muchas partes, llega a su fin. El sacramento de la reconciliación no cumple con los estándares de humanidad de la época.

COMENTARIOS 

Corresponde ahora el turno de los ataques de los enemigos de la Iglesia al Sacramento de la penitencia, o como dicen los modernistas, de la reconciliación.

Es ahora el sacerdote jesuita Jorge Costadoat, asiduo escritor de Religión Digital, quien propone su revisión y actualización, porque, en su opinión, "no cumple con los estándares de humanidad de la época"

¿Cuáles son sus argumentos?

  • La confesión es un instrumento peligroso. Se cometen abusos de diversa gravedad. Principalmente el de la solicitación (petición sexual). Lo saben las/los laicos.
  • Los fieles (principalmente mujeres) van de sacerdote en sacerdote hasta que consiguen uno que les perdone el pecado contra la procreación, por medio del uso de anticonceptivos, o al menos, les permita comulgar.
  • La gente ya no se confiesa. "¿Habrá que dejar caer simplemente el sacramento por inútil?"
  • El perdón es un aspecto clave en el cristianismo. Pero la Iglesia no tiene una única manera de ofrecerlo.

· No se puede se exigir a una persona revelar a otra su intimidad. ¿No es, en realidad, una barbaridad que se espere de una cristiana/o que abra su corazón a cualquiera? En la cultura actual la intimidad de las personas es un aspecto de su dignidad humana.

  • Las sanciones y regaños de los sacerdotes dañan la relación de los hombres con Dios.
  • La confesión debiera ser voluntaria. La intimidad solo ha de compartirse con plena libertad.
  • Se deberían establecer controles a esta actividad como sucede con el ejercicio de otras profesiones.

· Es necesario superar las asimetrías, donde alguien, de un grado superior, "menoscaba la libertad de los hijos e hijas de Dios. Su libertad, y su dignidad". No están dispuestas/os a que su fe en Cristo pase obligatoriamente por un "hombre sagrado", se llame sacerdote, cura u obispo.

· Existe un distanciamiento muy profundo entre las prácticas sacramentales y la emergencia cultural de nuevos valores.

· La "sacerdotalización" de la Iglesia, en muchas partes, llega a su fin.

Son demasiadas herejías y tonterías para tratarlas en este comentario, por los que solo lo haremos de manera muy general.

  • No se duda que en algún momento haya habido daños –de buena o mala voluntad- a los fieles que se confiesan. Pero son sin duda verdaderas excepciones que no requieren el cambio en la forma como se administra el sacramento. Cuando se comete una irregularidad por parte del sacerdote, hay que sancionar esa irregularidad, en la medida de su gravedad. Y para ello se tiene el Código de Derecho Canónico. La falta no se soluciona cambiando el sacramento, sino cambiando o sancionando al infractor.
  • Es cierto. Los fieles en ocasiones buscan al confesor que les "pase" o perdone sus pecados, especialmente contra la natalidad. Y no dudamos que algunos de ellos lo hagan. Pero ese pecado se transfiere al confesor, quien permite que el pecado se siga cometiendo. Sin duda, Dios pedirá cuentas a ambos, pues están violando la ley natural y los mandatos divinos.
  • El sacramento de la penitencia jamás será "inútil". Es el más necesario después del bautismo y el más importante para poder acceder a la Eucaristía. Porque Dios, cuando viene al hombre en una Forma Consagrada, no puede mezclarse con el pecado. Tiene que estas en gracias de Dios. De otra forma el pecado se convierte en un sacrilegio. "De manera que cualquiera que comiere este pan, o bebiere el cáliz del Señor indignamente, reo será del cuerpo, y de la sangre del Señor." ( 1Cor. 11, 23)
  • Es cierto que hay diversas formas de obtener el perdón. Pero la forma ordinaria, la instituida por Nuestro Señor, es por medio de sus sacerdotes, a quienes dio el poder de perdonar los pecados. "…quedan perdonados los pecados a aquellos a quienes los perdonareis: y quedan retenidos a los que se los retuviereis" Nadie más puede perdonar los pecados. Solo en situaciones extraordinarias Dios los perdona directamente.
  • Por una parte, esto es falso, pues la costumbre actual es revelar la intimidad de las persona por medio de las redes sociales. Y no a un experto, sea sacerdote o psicólogo, sino a todo el mundo.

Por otra parte, si no se menciona la gravedad y la integridad de los pecados al sacerdote, no se pueden perdonar. Y el sacerdote está preparado para dar la orientación necesaria, y es el único que puede perdonar los pecados, en el nombre de Dios. Es parte de su formación sacerdotal. Un psicólogo puede ayudar a recuperar la salud mental, pero jamás en el perdón de los pecados.

  • Para nada. Es todo lo contrario. Los consejos y penitencias que deja el sacerdote son precisamente para retornar la amistado con Dios. La experiencia en ese sentido es abrumadora. Un verdadero sacerdote jamás tienen la intención de alejar al penitente de Dios.
  • La confesión siempre es voluntaria. Si bien es un mandamiento de la Iglesia, sigue siendo voluntaria. Lo que pasa es que si la persona no se confiesa, ni obtiene las gracias necesarias que hacen que sus acciones sean meritorias para ganar el cielo, ni puede comulgar, recibir a Nuestro Seños Jesucristo en su alma.

Aun así, Dios nos ha dado libertad (física o psicológica, pero no moral, porque moralmente estamos obligados) para acercarnos o alejarnos de Él.

  • Ya los hay. Están bien claros en el ejercicio ministerial del sacerdote. Pero controles externos, sobre todo de carácter tecnológico, es lo que quisieran los nuevos amos del mundo. Pero eso jamás sucederá en la verdadera iglesia de Cristo.
  • No hay ninguna asimetría entre el sacerdote y el penitente. Desde el punto de vista sobrenatural, uno tiene el poder de perdonar los pecados y otro no. Desde la perspectiva natural, esta asimetría es la misma que se manifiesta en un médico con su paciente, o de un mecánico con su cliente. Uno está preparado para realizar ciertas funciones y el otro no.
  • Eso sí es cierto. Pero no porque las prácticas sacramentales estén mal, obsoletas, sino porque la actual iglesia vaticana ha adoptado valores mundanos, que difieren de las enseñanzas de la Iglesia. Son distintas a la verdad revelada en las Sagradas Escrituras y la Tradición. Es decir, difieren de nuestros dogmas.
  • Eso quisieran los modernistas. Eso fue lo que hicieron los protestantes con su "pastores". El sacramento del Orden es una institución fundada por Nuestro Señor Jesucristo. Como representantes de Dios, los sacerdotes, tienen ciertos poderes y privilegios, y qué bueno que así sea, porque nos permiten a los fieles acercarnos a los apóstoles y a los representantes de Dios y obtener un verdadero perdón, pues nuestras solas acciones naturales, por más meritorias que sean, no alcanzan la justificación por nuestros pecados.

Quiera Dios y la Santísima Virgen que no nos falten sacerdotes para poder recibir los sacramentos, especialmente la confesión, tan necesaria para borrar nuestros pecados, nuestras ofensas a Dios.


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