NOTICIA COMENTADA 607
De cómo hombres que se dicen de Iglesia le abren la puerta a Sodoma. ADELANTE LA FE. Por Tomás I. González Pondal. 04abr23. https://adelantelafe.com/de-como-hombres-que-se-dicen-de-iglesia-le-abren-la-puerta-a-sodoma/
Resumen:
Enmarco cuanto diré debajo en las siguientes palabras del Mártir Cristero, Anacleto González Flores… "Reducir el Catolicismo a plegaria secreta, a queja medrosa, a temblor y espanto ante los poderes públicos «cuando éstos matan el alma nacional y atasajan en plena vía la Patria, no es solamente cobardía y desorientación disculpable, es un crimen histórico religioso, público y social, que merece todas las execraciones» (…). Las almas sufren de empequeñecimiento y de anemia espiritual. Nos hemos convertido en mendigos, renunciando a ser dueños de nuestros destinos. Se nos ha desalojado de todas partes, y todo lo hemos abandonado. Hasta ahora casi todos los católicos no hemos hecho otra cosa que pedirle a Dios que Él haga, que Él obre, que Él realice, que haga algo o todo por la suerte de la Iglesia en nuestra Patria. Y por eso nos hemos limitado a rezar, esperando que Dios obre. Y todo ello bajo la máscara de una presunta «prudencia». Necesitamos la imprudencia de la osadía cristiana. Los católicos de México, han vivido aislados, sin solidaridad, sin cohesión firme y estable. Ello alienta al enemigo al punto de que hasta el más infeliz policía se cree autorizado para abofetear a un católico, sabiendo que los demás se encogerán de hombros. Más aún, no son pocos los católicos que se atreven a llamar imprudente al que sabe afirmar sus derechos en presencia de sus perseguidores." Y pensar que lo decía respecto de los enemigos externos. ¿Qué nos diría hoy cuando el principal enemigo está metido en la misma Iglesia Católica, y desde allí manda y ejecuta?
Palabras de Mons. Fernández:
Los que han emprendido ese camino de separación de la bimilenaria Iglesia son ellos mismos [los modernistas] con sus innovaciones. Ellos son los que ya tienen doctrinas propias nunca jamás vistas en la historia de la Iglesia, como por caso esa esquizofrénica manía de juntarse en actos interreligiosos y de oración con otras confesiones. Búsquenlo, por favor, y si alguien me da una sola prueba de que antes de Concilio Vaticano II algún Papa promovió el falso ecumenismo, o si algún documento del magisterio ordinario universal (MOU) o del magisterio extraordinario lo aprobó, me quedo rendido a sus pies. Pero sencillamente no lo encontrarán, porque no solo no es algo católico, sino que incluso fue condenado.
Y bien… Una vez que Monseñor Fernández dirige palabras para los presuntos tradicionales, veamos qué apertura se da para los modernos, para los amigos de la innovación:
"Entre las orientaciones que da el actual Papa a toda la Iglesia, cada comunidad debe tener las puertas bien abiertas para que entren todos. Y todos significa todos: gays, transexuales, personas llenas de dudas de fe, parejas en segunda unión, personas que no están convencidas de todo lo que la Iglesia dice, incluso ex presidiarios que quizás hayan matado a alguien, adictos. La Iglesia no quiere ser una secta y por lo tanto tiene que tener un lugar para todos. Si alguien está en contra de algunas orientaciones o normas diocesanas o de una parte de la enseñanza de la Iglesia no será catequista o dirigente, pero eso no significa que se le cierren las puertas… según Fernández, pueden "opinar", y a todo eso se lo llama, ¡fíjense ustedes!, "riqueza multiforme". Mamita mía. Nótese que no hay un solo renglón destinado al pedido de perdón de aquellos que optan por la contranatura. .
Hasta el hartazgo lo he repetido y lo seguiré repitiendo: dos errores se han inoculado hasta lo más profundo de las mentes de quienes se tienen por católicos, y son el dejarse arrastrar por una falsa obediencia y el acomodarse en un silencio inútil impropio de un defensor de aquello que dice amar. Ambas cosas las resumo de esta manera: estamos repletos de mercenarios llamados modernistas (principalmente obispos) que golpean a una hermosísima Esposa exigiendo de los súbditos que se unan -en nombre de la obediencia- a la golpiza, y muchos de esos súbditos se acomodan en un silencio dañino, y viendo y conociendo de la golpiza no hacen la debida defensa de lo que supuestamente vive su espíritu.
¿Qué enseña San Agustín y Santo Tomás de Aquino sobre lo que algunos hombres de iglesia en la actualidad quieren oír "opiniones" en camino sinodal para seguir acumulando su "multiforme riqueza" (¿?)? Y citando a San Agustín enseñó el Doctor Angélico: "confiesa abiertamente que entre todos los pecados de lujuria 'el más grave es el vicio contra la naturaleza" (2-2 q. 154 a. 12). Y continua Santo Tomás: "como en el vicio contra la naturaleza el hombre traspasa las leyes naturales del uso de los actos venéreos, en esa materia dicho pecado es gravísimo" (2-2 q. 154 a. 12). Y esto otro: "El orden de la recta razón procede del hombre, más el orden de la naturaleza procede del mismo Dios. Por consiguiente, en los pecados de la naturaleza que violan el orden natural, se comete injuria contra Dios ordenador de la naturaleza. Los delitos cometidos contra la naturaleza –escribe San Agustín- siempre y en todas partes son detestables (…). Aunque todos los hombres obrasen ese mal seguiría pesando el mismo reato impuesto por la ley divina, que no hizo a los hombres para que así obrasen desordenadamente. Con tal pecado se viola la familiaridad que debemos poseer con Dios, ya que se mancha la naturaleza por Él creada" (2-2 q. 154 a. 12). Cuando comparas lo dicho por tales santos y doctores con lo que hoy te enseña el modernismo, surge de manera sencilla e inevitable para todo aquél que no ponga voluntariamente obstáculos en su espíritu en orden a VER LA VERDAD, dónde realmente está lo católico, quiénes están en unidad con la Iglesia bimilineria y quienes se van apartando de ella.
Ahora Mirá. Pablo de Tarso, dice así a los Romanos: "… dejándolos abandonados a los deseos de su corazón, Dios los entregó a una impureza que deshonraba sus propios cuerpos, ya que han sustituido la verdad de Dios por la mentira, adorando y sirviendo a las criaturas en lugar del Creador, que es bendito eternamente. Amén. Por eso, Dios los entregó también a pasiones vergonzosas: sus mujeres cambiaron las relaciones naturales por otras contrarias a la naturaleza. Del mismo modo, los hombres, dejando la relación natural con la mujer, ardieron en deseos los unos por los otros, teniendo relaciones deshonestas entre ellos y recibiendo en sí mismos la retribución merecida por su extravío. Y como no se preocuparon por reconocer a Dios, él los entregó a su mente depravada para que hicieran lo que no se debe. Están llenos de toda clase de injusticia, iniquidad, ambición y maldad; colmados de envidia, crímenes, peleas, engaños, depravación, difamaciones. Son detractores, enemigos de Dios, insolentes, arrogantes, vanidosos, hábiles para el mal, rebeldes con sus padres, insensatos, desleales, insensibles, despiadados. Y a pesar de que conocen el decreto de Dios, que declara dignos de muerte a los que hacen estas cosas, no sólo las practican, sino que también aprueban a los que las hacen" (Romanos 1, 24-32).
Basta de las cuatro paredes. Basta de la "prudencia" imprudente. Basta de esa falsa expresión "lucho desde dentro" (¿dentro de dónde?), cuando, en verdad, todo queda al fin de cuentas en un haber cedido más y más terreno al enemigo. Basta de solo plegaria secreta, de quejas medrosas y de temblores y espantos (diría Anacleto) ante autoridades destructoras de la fe. Dale. Hace "lío", pero hacedlo contra la seudofe y la seudomoral, no contra la fe verdadera y la moral universal.
"Se nos ha desalojado de todas partes" –dijo el mártir cristero Anacleto González Flores-. Y aquí digo: Eso también es lo que el modernismo continúa haciendo con la Tradición Católica, desalojarla de todas partes. Donde olfatea un poquito de Tradición, se dice así mismo, manos a la obra, a demoler. "No son pocos los católicos que se atreven a llamar imprudente al que sabe afirmar sus derechos en presencia de sus perseguidores" –dijo el mártir mexicano. Obremos la prudencia de Dios y que muchas veces es imprudencia para el hombre, y rehuyamos como de una peste la prudencia del hombre que es una imprudencia para Dios.
COMENTARIOS
La nota, escrita por Tomás
González Pondal, es extensa, por lo que solamente seleccionamos algunos
párrafos. En esta nota hay dos mensajes muy importantes, pero al final se
unen en una sola sugerencia para la acción.
El primer mensaje, que hasta cierto punto es incidental, es una cita que hace el autor del mártir cristero Anacleto González Flores; la segunda se refiere al análisis de las palabras del arzobispo de La Plata, Víctor Manuel Fernández, quién se ha presentado en otras ocasiones como uno de los asesores de Francisco, incluso como su "escritor fantasma" (Así se le llama a las personas que escriben textos que luego serán leídos o publicados por otras personas, de mayor relevancia social, política o religiosa), sobre la necesidad de incorporar a todas las personas en el camino sinodal, sean o no católicas, y estén o no en comunión con la Iglesia.
Anacleto nos conmina a dejar la pasividad a la que se han acostumbrados los católicos, que han reducido el catolicismo a algunas oraciones secretas, personales, y a la constante petición a Dios de que resuelva nuestros problemas, queriendo que Él haga todo. Es cierto que sin la voluntad de Dios nada podemos hacer, pero nunca nos ha dicho que nada hagamos. Ante los problemas que enfrenta nuestra religión, frecuentemente nos quedamos con los brazos cruzados, en aras de una falsa prudencia qué más bien se identifica con la cobardía. El "Maistro" Anacleto, (como lo conocía la gente del pueblo) nos dice abiertamente que ya es hora de manifestar "la imprudencia de la osadía cristiana", y esta osadía requiere de acciones firmes y decididas contra el enemigo, cuando éste viola los derechos de Dios, la Iglesia e incluso los derechos fundamentales del hombre; y hay que hacerlo con decisión, a costa de lo que sea, incluso la muerte, como él mismo nos enseñó, pues fue asesinado por defender a Cristo y su Iglesia.
Al parecer hemos olvidado las palabras de San Bernardo de Claraval, quien arengaba a los cruzados en la reconquista de Jerusalén, con sabias palabras: "a Dios rogando y con el mazo dando": reza, sí, pero no dejes de pelear.
Si bien Dios nos pide, como una expresión de máxima caridad cristiana poner la otra mejilla, se refiere a cuando somos insultados o injuriados en nuestra persona. Pero cuando se agrede a Dios, a su Iglesia, a la familia o a la patria, no debemos poner la otra mejilla y encoger los hombros. Si uno de nuestros hijos es ultrajado, no podemos permanecer impávidos y voltear la vista hacia otra parte. Es necesario la respuesta rápida y contundente, aunque nuestra fuerza no alcance para derrotar al agresor, aunque nos quedemos en el intento, pero tenemos la obligación de luchar. Lo mismo sucede ante las injurias contra nuestra religión; es necesaria la reacción, que no es otra cosa que la defensa de los derechos de Dios, de la verdad y la justicia.
En la en la segunda nota, en autor nos presenta las ideas del arzobispo de La Plata, Mons. Víctor Manuel Fernández, quien afirma que entre las orientaciones de Francisco para la iglesia actual, es que cada comunidad debe de tener las puertas abiertas para que entren todos. "Todos quiere decir, todos": gays, transexuales, personas llenas de dudas de fe, parejas en segundas nupcias, personas que no estén convencidas de todo lo que la iglesia dice, incluso expresidiarios que quizá hayan matado a alguien, adictos, etc. Y a la opinión que generan todos estos "invitados" a la iglesia le llama "riqueza multiforme".
Aquí es donde hay un serio problema. La iglesia católica es para los católicos, así como la musulmana lo es para los seguidores del islam. Pero, además, es para los católicos que participan de la comunión con la Iglesia, no para los que han caído en herejía (que por ello dejan de pertenecer a la iglesia, ya que niegan una o varias de las verdades contenidas en el dogma), ni para aquellos que por sus graves faltas han quedado excomulgados, es decir fuera de la comunión con la Iglesia.
Y es que el tema de la homosexualidad es un tema muy grave, que ya ha sido analizado y legislado por la Iglesia; y ya tiene una interpretación bien definida. No se trata simplemente de un problema de afectos sexuales entre dos personas del mismo sexo, que en sí mismos ya son desordenados. Tampoco estamos hablando de "amores platónicos", de relaciones estrictamente emocionales, que no se manifiestan más allá de los sentimientos. Estamos hablando de la posibilidad, prácticamente necesaria, de relación carnal entre hombres o entre mujeres; hablamos de actos antinaturales, actos contra el orden establecido por Dios desde la Creación. Aceptar la homosexualidad dentro de la Iglesia es aceptar la sodomía.
San Agustín de Hipona y Santo Tomás de Aquino, dos de nuestros más grandes Doctores de la Iglesia, condenan este pecado y lo describen como uno de los más graves y detestables de Dios. Dice Santo Tomás que entre todos los pecados de lujuria, el más grave es el pecado contra la contra natura, es decir las relaciones homosexuales, precisamente porque violan el orden natural y se comete injuria contra Dios, que es el ordenador de la naturaleza. San Agustín afirma que los delitos cometidos contra la naturaleza, siempre y en todas partes son detestables. Y continúa: aunque todos los hombres obren este mal, el pecado seguirá pesando lo mismo ante Dios y tendrá las mismas consecuencias impuestas por la ley divina.
San Pablo es más explícito en la condena de este horrible pecado. Sentencia: Por eso Dios los abandona a los deseos de su corazón. Por eso Dios les los deja que se entreguen a sus pasiones vergonzosas. Los entrega a su mente depravada para que hagan lo que no se debe. Y por ello serán condenados. Pero no sólo a quienes practiquen estos actos deshonestos, sino también a quienes lo permiten o aprueban a los que lo hacen.