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El descenso a ninguna parte. Aquí está la Quinta Revolución. DUC INA ALTUM. Por Julio Loredo. 11jun23. https://www.aldomariavalli.it/2023/06/11/la-discesa-verso-il-nulla-ecco-la-quinta-rivoluzione/
Resumen:
"¡La destrucción de las palabras es una cosa muy hermosa!", exclamó Syme, un personaje de la famosa novela de George Orwell, 1984. Era la neolengua, el nuevo lenguaje forjado por el estado totalitario para manipular la mente de los ciudadanos.
La deconstrucción del lenguaje.
Cada revolución ha manipulado el lenguaje para desdibujar la realidad, adaptándolo a su ideología particular. Cuando, en el discurso inaugural de la Tercera Internacional en 1919, Lenin proponía una "paz democrática", era evidente que no se refería a la tranquillitas ordinis cristiana, sino a la dictadura del proletariado, es decir, a su opuesto exacto.

Con la revolución cultural en curso – la Cuarta Revolución, según el conocido esquema de Plinio Corrêa de Oliveira – este tipo de manipulación lingüística llega a su paroxismo. La anticoncepción se presenta como "control corporal"; el asesinato de un niño por nacer se convierte en "ivg", o interrupción voluntaria del embarazo; los asesinos de inocentes son llamados simplemente "proabortistas"; y los homosexuales se convierten en "gays", es decir, buscadores de placer.
Es todo un lenguaje que, lejos de ser moralmente neutral, induce al pecado presentándolo bajo una luz benévola.
Se ha cruzado un nuevo hito con la llamada teoría de género. Esta teoría niega la dicotomía natural hombre/mujer, reemplazándola con una infinidad de "orientaciones sexuales" multifacéticas. Algunos estudiosos han identificado más de cincuenta "géneros", y ahora incluso está de moda proclamarse género fluido, es decir, sin género definido.
La teoría de género niega que exista una identidad sexual fundamentada en la naturaleza. Este sería el resultado de condicionamientos culturales, sociales y lingüísticos, modificables por definición. Se afirma, por tanto, que nada, ni siquiera la naturaleza, es objetivo, sino que puede ser manipulado a voluntad por el hombre, que de este modo se convierte en un demiurgo, no guiado por la razón sino por pasiones ingobernables. La sexualidad, liberada de manera polimórfica según los caprichos subjetivos, y ni siquiera dependiente de la ley natural, se convierte así en el motor de la sociedad posmoderna.
Aquí ya no estamos ante una mera deconstrucción del lenguaje, sino ante el intento de subvertir la naturaleza creada por Dios, y esto, a nuestro juicio, marca un nuevo paso en el proceso revolucionario, el inicio de una Quinta Revolución.
Pero quedaba una última jerarquía por destruir, aquella in interno hominis, por la cual la Fe ilumina la inteligencia, la que guía la voluntad, la que domina la sensibilidad.
La piedra angular de esta revolución es la liberación sexual. Proclama la decadencia de la moral hasta entonces vigente y la libertad de "tener sexo" con quien quieras, donde quieras y como quieras. Entendida inicialmente como sexo libre entre hombres y mujeres, esta revolución se ha desarrollado cada vez más como una proliferación de la homosexualidad y, más recientemente, de la pansexualidad.
La destrucción de la naturaleza.
Este tipo de pansensualidad, sin embargo, choca con un obstáculo insuperable: la objetividad de la realidad, es decir, la naturaleza. La diferencia hombre/mujer surge de la propia naturaleza.
Ahora bien, lo que define clínicamente a la locura es precisamente la inconformidad del intelecto con la realidad, y la consiguiente invención de un mundo interno que ya no se corresponde con el externo.
Los partidarios de la teoría del género quieren destruir la ley natural. Ahora bien, esto no es más que la ley divina grabada en la naturaleza. Intentan subvertir la estructura más íntima de la naturaleza, donde el hombre comienza a comportarse como Dios, soñando con una nueva creación opuesta a la divina.
Nunca el non serviam de Satanás había alcanzado tal radicalidad. A pesar de su destructividad, todas las revoluciones hasta ahora habían respetado las leyes de la naturaleza. Aquí nos enfrentamos a la revolución más tremenda de todos los tiempos.
El descenso a ninguna parte.
"El hombre genital debe transformarse en el polimorfo perverso, capaz de experimentar el mundo con todos sus sentidos ya través de todos sus poros", escribe Daniel Bell analizando esta revolución [1]. Superada la genitalidad, se supera la distinción de sexos y nace el ser andrógino. Se crea el "nuevo Adán", o mejor dicho, renace el Adán primitivo, el fauno andrógino de la mitología esotérica. El pecado original (es decir, la represión de Eros, según ellos) es redimido y la Historia, volviendo a sus orígenes, llega a su fin.
Y por eso, de ahora en adelante, siendo la nada el último horizonte, la única actividad que tiene sentido es fomentar la disolución de todas las cosas, incluido el propio yo, a través de la pansensualidad carnal y el delirio de los sueños... Se trata ahora de sustituir este impulso ascendente por un Niedergang, un descenso hacia la nada.
Nota
[1] Daniel Bell, Más
allá del modernismo. Más allá de uno mismo. The Winding Passage
Essays and Sociological Journeys , Cambridge, ABT Books 1967, p. 295
COMENTARIOS
Julio
Loredo plantea algunas reflexiones sumamente valiosas para entender la
confusión generalizada que reina en este mundo. Nos recuerda, con su cita
Orwell, la aparición a principios del siglo XX, de lo que llama la "Revolución
Cultural", o la "Cuarta Revolución", que se caracteriza fundamentalmente por
la destrucción del lenguaje y la perversión de sus significados
Resulta obvio y necesario que, para poder entendernos, tenemos que hablar un lenguaje común, donde las palabras tengan el mismo significado para los dialogantes. Aún más el concepto que denota la palabra debe corresponder con la naturaleza o la realidad que intenta significar.

Entendemos que en las palabras también pueden tener un sentido cultural y contextual, pero este sentido debe partir de la realidad que evoca la palabra. De esa manera, tendremos una orientación que, aunque con un significado ligeramente distinto, puede enriquecer y afinar la comprensión entre las personas. Es cierto que la lengua cambia con el tiempo, pero es necesario que permanezca el sentido original de las palabras, a fin de lograr una comprensión más perfecta entre los hombres.
Pero cosa muy distinta es distorsionar a tal grado el lenguaje que no solo confunda a quien escucha, sino que se utilice para indicar lo distinto de su sentido original. Hablamos de una perversión del lenguaje, de un uso malintencionado, ligado generalmente con lo inmoral, con el pecado. Ejemplos tenemos muchos. Ya el autor nos proporciona algunos. Pero hay palabras que no solo indican un uso distinto de su sentido original, sino que se usan para engañar, para corromper el alma, especialmente cuando las usan personas que representan autoridades de la Iglesia. Y estos significados son utilizados por los fieles pensando que son correctos, cuando lo que hacen es pecado y avanzan hacia su perdición.
Algunos ejemplos: llamamos "verdaderas religiones" a aquellas que no lo son, pues sabemos que fuera de a Iglesia fundada por N. S. Jesucristo no hay salvación; denominamos "acción del Espíritu Santo" a las prácticas pseudo-democráticas "sinodales" para justificar cualquier herejía o cambio en la Doctrina Cristiana; pero el más grave de todos es llamar "amor de Dios" o "misericordia de Dios" a la justificación de todo pecado, sin el necesario arrepentimiento y penitencia, señalados en las Sagradas Escrituras.
Pero la perversión de los significados no termina aquí. Se trata ahora de penetrar en lo más íntimo de la persona para pervertir su naturaleza. Y consiste en exaltar la sensualidad y sexualidad del hombre, para que se acepte como "normal" convertirse en un "perverso polimorfo" (concepto freudiano); es decir, en un ser asexuado, agenital, sin distinción entre hombre y mujer, que en el ejercicio de sus "derechos sexuales" (otra distorsión del lenguaje, pues los derechos se derivan de su naturaleza) pueda representar el papel que mayor placer sexual le produzca. Es lo que Loredo llama la QUINTA REVOLUCIÓN.
Este es el camino que nos lleva a ninguna parte; ni en lo humano, pues degrada a hombre a nivel de bestia, o peor aún; ni en lo social, pues aniquila el fundamento de la sociedad: la familia; y menos en lo espiritual, pues representa el nivel máximo del "non serviam" de Satanás, al revelarse el hombre contra Dios, contra su plan creador, al rechazar abiertamente sus mandatos y la redención o salvación que nos ofrece.