NOTICIA COMENTADA 623
El Papa instituye la Comisión de los Nuevos Mártires, testigos de la fe. VATICAN NEWS. 05ul23. https://www.vaticannews.va/es/papa/news/2023-07/papa-francisco-instituye-comision-nuevos-martires-testigos-fe-23.html
Resumen:
En vista del Jubileo de 2025, el Papa Francisco ha decidido crear un grupo de trabajo en el Dicasterio para las Causas de los Santos para elaborar un Catálogo de todos aquellos que derramaron su sangre para confesar a Cristo en el último cuarto de siglo: "No podemos olvidarlos". Una búsqueda que se extenderá a todas las confesiones cristianas y no sólo a los católicos.
"Los mártires en la Iglesia – escribe el Papa Francisco – son testigos de la esperanza que brota de la fe en Cristo e incita a la verdadera caridad. La esperanza mantiene viva la profunda convicción de que el bien es más fuerte que el mal, porque Dios en Cristo ha vencido al pecado y a la muerte". La Comisión proseguirá la búsqueda, ya iniciada con ocasión del Gran Jubileo del año 2000, para identificar a los Testigos de la fe en este primer cuarto de siglo y luego proseguirla en el futuro.
"Los mártires – explica el Santo Padre – han acompañado la vida de la Iglesia en todos los tiempos y florecen como "frutos maduros y excelentes de la viña del Señor" también hoy... Los mártires son más numerosos en nuestro tiempo que en los primeros siglos: son obispos, sacerdotes, consagrados y consagradas, laicos y familias que, en los diversos países del mundo, con el don de su vida, han ofrecido la prueba suprema de la caridad".
Una búsqueda en todas las confesiones cristianas
Es lo que el Papa Francisco ha llamado repetidamente "ecumenismo de la sangre". "También en el próximo Jubileo – añade el Papa – estaremos unidos para una celebración similar. Con esta iniciativa, no se pretende establecer nuevos criterios para la constatación canónica del martirio, sino continuar la búsqueda iniciada sobre aquellos que, a día de hoy, siguen siendo asesinados por el simple hecho de ser cristianos". "Se trata, por tanto, de continuar – explica el Pontífice – la investigación histórica para recoger los testimonios de vida, hasta el derramamiento de sangre, de estas hermanas y hermanos nuestros, para que su memoria sobresalga como un tesoro que custodia la comunidad cristiana. Esta búsqueda no solo involucrará a la Iglesia católica, sino que se extenderá a todas las confesiones cristianas".
"Incluso en estos tiempos nuestros – se lee más adelante en la Carta del Papa – en los que asistimos a un cambio de época, los cristianos siguen mostrando, en contextos de gran riesgo, la vitalidad del Bautismo que nos une. No son pocos, en efecto, los que, a pesar de ser conscientes de los peligros que corren, manifiestan su fe o participan en la Eucaristía dominical. Otros son asesinados en sus esfuerzos por ayudar en la caridad a la vida de los pobres, por cuidar de los descartados por la sociedad, por valorar y promover el don de la paz y el poder del perdón. Otros son víctimas silenciosas, individuales o colectivas, de los avatares de la historia. Con todos ellos tenemos una gran deuda y no podemos olvidarlos".
Los miembros de la Comisión de los Nuevos Mártires
El Prefecto de la Comisión es el cardenal Marcello Semeraro, Prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos. El Presidente es monseñor Fabio Fabene, secretario del Dicasterio para las Causas de los Santos; el Vicepresidente es Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de San Egidio y el Secretario es monseñor Marco Gnavi, párroco de la Basílica de Santa María en Trastevere y ex secretario de la Comisión "Nuevos Mártires" del Gran Jubileo de 2000.
Son miembros de la Comisión: el Padre Dominique Arnauld, M.Afr; Padre Kokou Mawuena Ambroise Atakpa; Hermana Nadia Coppa, A.S.C.; Profesor Gianni La Bella; Profesora Maria Lupi; Padre Dinh Anh Nhue Nguyen, O.F.M.Conv.; Didier Rance; Padre Roberto Regoli; Padre Angelo Romano; Padre Arturo Sosa Abascal, S.I.
COMENTARIOS
No es
que los católicos pretendamos ser elitistas o excluyentes, pero aceptar
como Santos a miembros de otras iglesias, aunque sean cristianas, es
sinónimo de admitir la herejía. Porque Lutero era cristiano; Arrio también
lo era, lo mismo que Pelagio o Nestorio, y lo que ellos predicaron eran herejías.
Por eso tuvo que intervenir el Magisterio de la Iglesia para corregir las
desviaciones y condenar a los herejes
La doctrina nos enseña que para salvarse es necesario pertenecer a la iglesia católica, porque fuera de ella no hay salvación, porque es la única verdadera y solo en ella se encuentran los medios para salvar a los hombres, especialmente la Santa Misa y los Sacramentos.
Y es necesario pertenecer en cuerpo y alma a la iglesia. Como lo dice el padre Faría[1], pertenecer al cuerpo de la iglesia implica que participa en todos los signos visibles y externos como son los sacramentos y el culto de modo particular el bautismo. Pertenecer en alma quiere decir participar de la fe y de la gracia santificante.
Por regla general se salvan únicamente: a) los que pertenecen al alma y al cuerpo de la iglesia y b) los que no pudiendo pertenecer a su cuerpo por lo menos pertenecen a su alma. Cabe la posibilidad de salvación para quienes, no perteneciendo al cuerpo de la Iglesia, sí pertenecen a su alma, como los justos del Antiguo Testamento, que murieron antes de la venida del Redentor, (y por lo tanto antes de la fundación de su Iglesia) y también aquellos buenos hombres para los cuales les fue imposible, o conocer a Cristo, o ingresar en su Iglesia.
El dogma de la Comunión de los Santos (que decimos en el Credo) nos dice que todos los católicos participamos de los méritos de Cristo, de los abundantes méritos de María Santísima, de la Misa y Sacramentos y de las oraciones y buenas obras de los fieles. Distingue entre la Iglesia Triunfante, la iglesia purgante y la iglesia militante. La primera se refiere a todos los Santos que ya se encuentran en el cielo, gozando de la presencia de Dios; la segunda, a aquellas que aún pagan alguna pena de manera temporal, precisamente en el purgatorio, pero tarde o temprano irán al cielo; y la tercera se refiere a los miembros de la iglesia vivos que actualmente militamos dentro de las filas del catolicismo.
Pero no forman parte de la iglesia los ya condenados (aunque hayan sido cristianos católicos) ni aquellos que de ninguna manera han aceptado a Cristo como el verdadero Dios y Redentor, y menos aún sus enemigos, los que enseñaron falsedades contra Cristo y su Iglesia.
No dudamos que dentro de las iglesias cristianas haya gente valiente que vive su fe, pero las sectas cristianas (no católicas) participan, en menor o en mayor grado, de una o varias herejías, lo que los pone fuera de la Comunión de los Santos, por participar en un pecado mortal.
Entonces hablar de los mártires y testigos de la fe pertenecientes a otras religiones, como participantes en la Comunión de los Santos, es un error, es una herejía. Es tanto como afirmar que Lutero y todos los demás herejes y cismáticos tenían razón, y que la iglesia se equivocó al condenarlos.
No es posible combinar la Verdad con el error. No pueden ser considerados Santos quienes negaron la Verdad de Cristo y de su Iglesia. Desde el punto de vista doctrinal la Iglesia tiene bien definido quiénes pertenecen a ella y quiénes no, así como quiénes se pueden salvar, y para quiénes será muy difícil o imposible alcanzar la gloria.
Con esta propuesta de Francisco solo falta que ahora eleven a los altares a "San Martín Lutero" a "San Arrio" o "San Pierre Teilhard de Chardin".
[1] Faria, R. 1955. Curso Superior de Religión. Bogotá, Librería Voluntad. Pp. 153 y ss.