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NOTICIA COMENTADA 626

15.07.2023

Otra Iglesia. ADELANTE LA FE. Por Mons. Héctor Aguer. 06jul23. https://adelantelafe.com/otra-iglesia-mons-aguer/ https://adelantelafe.com/otra-iglesia-mons-aguer/

Resumen:

"Estupor" es la palabra que sube a mis labios al conocer el contenido de las 50 páginas del Instrumentum laboris, para el Sínodo que viene programándose "democráticamente" desde 2021. "La Prensa", de Buenos Aires, titula así la noticia: "El Vaticano difundió la espinosa hoja de ruta del próximo Sínodo". El documento incluye la pretensión de una "necesidad profunda de imitar a nuestro Maestro y Señor en cuanto a la habilidad de vivir una paradoja aparente: proclamar agresivamente su enseñanza auténtica, y al mismo tiempo servir de testigo para una inclusión y aceptación radicales". ¡Vaya imitación de Cristo, agresiva, paradójica! Este propósito es insólito: la Iglesia sinodal formula una glosa progresista al Evangelio. El Instrumentum laboris plantea cómo asumir eclesialmente la mundialista Agenda 2030. Es admirable de qué modo la monarquía pontificia hace decir a la "democracia sinodal" lo que ella quiere que esta "democracia" diga. Es algo así como tirar la piedra y esconder la mano.

El itinerario de la futura Asamblea que lleva ya dos años de preparación, hace hablar y votar a la "Muchedumbre", especial y novedosamente a la femenina. Es lo que yo insinuaba con el conocido ejemplo de la piedra. Cuando el diseño de esa otra Iglesia esté consumado, el Sumo Pontífice, ante las críticas que no faltarán, podría decir: "Yo no fui".

Al recoger el resultado del camino recorrido desde 2021, el documento que vengo comentando afronta la cuestión de una nueva eclesiología: la Sinodalidad. Una digresión: "sínodo", "sinodal", significa "caminar con" (del griego syn y hodós) pero no expresa "hacia dónde". La meta, entonces, puede ser la nueva Iglesia progresista, heterogénea respecto de la gran Tradición eclesial. Vayamos todos juntos hacia allá. Uno de los tópicos de la agenda, que atrae rápidamente la atención, es "cómo puede la Iglesia ser más receptiva de las personas LGBTQ+". Es de notar que ya no se usa la expresión "personas con tendencias homosexuales", que aparece en varios documentos romanos, y en el Catecismo de la Iglesia Católica. Tampoco se menciona el nombre de otros "colectivos", que se han sentido marginados o ignorados. Se continúa afirmando que los pobres "ocupan un lugar central"; se introducen nuevos ámbitos, como el cambio climático, y los movimientos migratorios, a los cuales se refiere frecuentemente la predicación pontificia.

En el Sínodo que se proyecta participará un 75 por ciento de obispos, y un 25 por ciento de laicos, entre ellos mujeres, con derecho a voz y voto. Si no he leído mal, me parece que los presbíteros son ignorados, lo cual es muy llamativo, y señala cómo su número desciende continuamente en todas las diócesis. Las vocaciones sacerdotales ya no constituyen una prioridad. Otra vez ha llegado "la hora de los laicos".

El texto prosigue indicando que "existen quienes no se sienten aceptados en la Iglesia, como los divorciados vueltos a casar, las personas en matrimonios que solían llamarse irregulares, o las personas LGBTQ+, y hay formas de discriminación racial, étnica, de clase o de casta que llevan a algunos a sentirse menos importantes, o menos bienvenidos dentro de la comunidad". El propósito de superación se formula, entonces: "¿Cómo podemos crear espacios en los que aquellos que se sienten heridos por la Iglesia, y rechazados por la comunidad pueden sentirse reconocidos, no juzgados, y libres para hacer preguntas? Y ¿qué medidas concretas son necesarias para llegar a las personas que se sienten excluidas de la Iglesia a causa de su afectividad y sexualidad?" Estas serán preguntas que se formulará la Asamblea Sinodal. Arriesgo una interpretación: ya no cuenta la verdad objetiva y el reconocimiento de preceptos a tenor de los cuales se juzga y se reconocen la virtud, y el pecado. Lo que ahora importa es cómo se sienten los que se consideran excluidos; es su sentimiento, y no el estado objetivo en que se hallan.

Otro punto clave es la necesidad de "que se aborde la participación de las mujeres en el gobierno, la toma de decisiones, la misión y los ministerios a todos los niveles de la Iglesia, con el apoyo de las estructuras adecuadas para que esto no quede en una mera aspiración general". Como se ve, el programa no se atreve a plantear el posible "sacerdocio femenino". Esta observación concreta sobre "las estructuras adecuadas" vuelve a las socorridas aspiraciones al cambio de estructuras. Aunque parezca curioso observarlo, la Iglesia Católica comienza tardíamente a recorrer la ruta que abrió la Reforma Protestante…

El programa sinodal, al igual que el del Sínodo Alemán diseña otra Iglesia, heterogénea respecto de la grande y unánime Tradición. ¿Cómo reaccionarán los católicos fieles? En diversos países ya se configura felizmente una reacción que suele ser descalificada como "conservadora" por el progresismo oficial.

COMENTARIOS 


Un título muy apropiado de monseñor Héctor Aguer para este artículo sobre la sinodalidad

Hace unos días el Vaticano dio a conocer el contenido del instrumentum laboris para orientar las reuniones sinodales. Se trata de una especie de manual, dónde explica cómo se trabajará y qué temas se abordarán.

Mons. Aguer es arzobispo emérito de La Plata, en Argentina. Podemos decir que es un conservador, no un tradicionalista, pero conoce y busca conservar la doctrina cristiana y -desde luego la tradición- aunque sigue reconociendo como válidos los frutos del Concilio Vaticano II.

"Estupor" es la palabra que elige el arzobispo para manifestar su asombro por lo leído en el instrumentum laboris. La definición que nos da la Real Academia de la Lengua de estupor es "asombro", "pasmo" o "disminución de la actividad de las funciones intelectuales acompañada de falta de reacción". Es decir, queda perplejo ante la propuesta no esperada del Vaticano. Y es que el instrumentum laboris, más que un documento religioso, es una guía para incorporar a la Iglesia Católica al movimiento liderado por la ONU y el Foro Económico Mundial, denominado "Agenda 2030".

En NV 609 del 17 de mayo del presente tratamos el tema de la Agenda 2030 más ampliamente y apuntamos que se trata de una propuesta esencialmente anticristiana, en cuanto que, no sólo niega la existencia de Dios, sino también atenta contra sus Mandamientos, pues propone el asesinato infantil mediante el aborto; busca despenalizar moralmente el matrimonio ilegítimo, es decir, busca la aprobación de la iglesia para las relaciones adúlteras y fornicarias; promueve la ideología de género y la desintegración de la familia como base de la sociedad. Además, está de acuerdo con la subordinación de la Iglesia a una autoridad terrena global, bajo un Nuevo Orden Mundial, promoviendo una religión universal, subjetiva y sin dogmas, adecuada a todos los gustos.

La sinodalidad incluye, en formas en ocasiones abiertas y en otras veladas, la idea de la democracia. Pero la Iglesia no es ni ha sido democrática. Jesucristo Nuestro Señor la fundó como una sociedad jerárquica.

Originalmente los sínodos eran un instrumento de los obispos para tratar temas pastorales. Eventualmente se invitaba a algunos teólogos o expertos en los temas que se tratarían. Pero ahora, además de los obispos, participarán laicos (con derecho a voto) con una presencia preponderante de las mujeres.

Esta "sinodalidad" más que ser un instrumento para buscar formas de evangelizar o resolver problemas específicos sobre el trabajo eclesial, se trata de una herramienta para legitimar todos los cambios (doctrinales y pastorales) contrarios al Magisterio de la Iglesia, que ya se han venido "cocinando" desde hace tiempo y cuya punta de lanza es el "Camino Sinodal Alemán". Por eso dice Mons. Aguer que la actitud de Francisco es similar "a quien arroja una piedra y esconde la mano": es decir, finalmente se librará de su responsabilidad, al proclamar que los cambios fueron sugeridos y aprobados por el sínodo, no por su persona: "yo no fui".

Hay en este documento una clara tendencia a "forzar" a la iglesia para que acepte a los "excluidos" (teniendo en primer lugar a los lobbies LGTBIQ+) por el hecho de ser excluidos, independientemente de si se encuentran en pecado, sin el arrepentimiento imprescindible y la intención de corregir los errores, o sí se encuentran en plena herejía, o pertenecen a otras religiones.

Es claro que no se puede esperarse nada bueno de este sínodo. Como dice Mons. Aguer: "…ya no cuenta la verdad objetiva y el reconocimiento de preceptos a tenor de los cuales se juzga y se reconocen la virtud y el pecado. Lo que ahora importa es cómo se sienten les los que se consideran excluidos; es su sentimiento y no su estado objetivo en el que se hallan".

Lo peor de todo este movimiento sinodal es la hoy su posición manifiesta de que es el "Espíritu Santo" el que guía las decisiones de la mayoría. Tremendo error.

Está ya no es la iglesia católica; es otra iglesia. Es apostasía.


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