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En siete años se han suicidado cuarenta sacerdotes brasileños. INFOVATICANA. Por Carlos Esteban. 14ago23. https://infovaticana.com/2023/08/14/en-siete-anos-se-han-suicidado-cuarenta-sacerdotes-brasilenos/
Resumen:
Lício de Araújo Vale, sacerdote de la diócesis de São Miguel Paulista, cuenta en Vatican News que de agosto de 2016 a junio de 2023, cuarenta sacerdotes se suicidaron en Brasil.
En la presentación de su libro 'Y fueron abandonados', el padre Lício afirma que el suicidio es una epidemia «silenciosa y silenciada». No se habla de ello porque «no nos gusta hablar de la muerte», y porque las familias no quieren remover la herida. Pero cree que es «imprescindible» hablar de ello, porque 9 de cada 10 suicidios podrían prevenirse. Sin «información cualificada» no se puede prevenir nada, por eso es «fundamental» conocer el asunto y hablar de él. Dice que su obra no es técnica, sino «el libro de un sacerdote católico para un público católico común al que quiere dar información sobre el tema, en la perspectiva de prevenirlo».
«El suicidio es un fenómeno complejo y multifactorial», afirma en el artículo: «En el caso de los sacerdotes, varios estudios apuntan que los principales factores de riesgo son el estrés, la soledad y la sobrecarga de exigencias». Se enfrentan al desafío de actuar en una sociedad «cada vez más individualista, secularizada y basada en el espectáculo, con grandes exigencias deducidas de los cambios sociales y la pluralidad de valores».
Esto influye de manera determinante sobre la vida de los religiosos, porque la evolución de la sociedad postmoderna «ha cambiado la imagen que las personas tienen de la Iglesia».
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En siete años se han suicidado cuarenta sacerdotes brasileños. INFOVATICANA. Por Carlos Esteban. 14ago23. https://infovaticana.com/2023/08/14/en-siete-anos-se-han-suicidado-cuarenta-sacerdotes-brasilenos/
Resumen:
Lício de Araújo Vale, sacerdote de la diócesis de São Miguel Paulista, cuenta en Vatican News que de agosto de 2016 a junio de 2023, cuarenta sacerdotes se suicidaron en Brasil.
En la presentación de su libro 'Y fueron abandonados', el padre Lício afirma que el suicidio es una epidemia «silenciosa y silenciada». No se habla de ello porque «no nos gusta hablar de la muerte», y porque las familias no quieren remover la herida. Pero cree que es «imprescindible» hablar de ello, porque 9 de cada 10 suicidios podrían prevenirse. Sin «información cualificada» no se puede prevenir nada, por eso es «fundamental» conocer el asunto y hablar de él. Dice que su obra no es técnica, sino «el libro de un sacerdote católico para un público católico común al que quiere dar información sobre el tema, en la perspectiva de prevenirlo».
«El suicidio es un fenómeno complejo y multifactorial», afirma en el artículo: «En el caso de los sacerdotes, varios estudios apuntan que los principales factores de riesgo son el estrés, la soledad y la sobrecarga de exigencias». Se enfrentan al desafío de actuar en una sociedad «cada vez más individualista, secularizada y basada en el espectáculo, con grandes exigencias deducidas de los cambios sociales y la pluralidad de valores».
Esto influye de manera determinante sobre la vida de los religiosos, porque la evolución de la sociedad postmoderna «ha cambiado la imagen que las personas tienen de la Iglesia».
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Realmente se trata de una triste noticia, pues quienes tienen como tarea brindar consuelo y esperanza a los hombres, son precisamente los sacerdotes y ministros de Dios. Y los 40 casos relatados en el presente artículo no son los únicos; por todo el mundo se repiten estos dolorosos acontecimientos.
El suicidio por definición es la destrucción de la propia vida pon a través de una omisión voluntaria. El único dueño de la vida es Dios, que la da a cada hombre para que pueda conocerle y amarle, como condición para verle en la vida eterna. Con el suicidio se supone la condenación eterna.
Lo que permite a una persona entrar al cielo, es morir en estado de gracia, o sea, sin pecado mortal[1]. Y para que haya un pecado mortal se requieren tres condiciones: que haya materia grave, en el caso del suicidio es gravísima; que tenga conciencia plena de la gravedad del pecado; y que consienta perfectamente el cometerlo, y lo haga. En el caso del suicida el único punto que podría contar como un elemento atenuante de la gravedad de la falta, es cuando la persona no está en plena posesión de sus facultades, y por lo tanto no se trata de un acto completamente libre. Pero aun así, solamente Dios sabe cuándo hay un impedimento válido que realmente interrumpa el acto libre.
Desafortunadamente vivimos tiempos difíciles, en los que se han declarado las grandes enfermedades mentales del siglo XXI, la depresión, la ansiedad y el estrés. Y el suicidio generalmente va asociado con la depresión.
Pero hay algo que no entra en consonancia en el caso de los suicidios de los sacerdotes; el suicidio generalmente se asocia con la carencia de fe, de esperanza, de un sentido trascendente de la vida, en el que entran las realidades espirituales, en el que las personas encuentran sentido a su existencia. Y esto no es congruente con la vida sacerdotal.
En una investigación realizada por Tyler VanderWeele[2], catedrático de la Universidad de Harvard, encuentra que el aumento de suicidios está relacionado con la caída de la religión: "en Estados Unidos hemos visto un crecimiento de la tasa de suicidios y, si proyectamos los resultados de las investigaciones en participación religiosa y suicidios, parece que un 40% del aumento de los suicidios se debe a la caída de la participación religiosa. Así es que cuando los suicidios están aumentando es porque algo está ocurriendo desde el punto de vista cultural y existencial"
Estos resultados nos dejan todavía más perplejos, porque los sacerdotes son ministros de Dios, viven y transmiten la fe, la de la esperanza en la caridad. Significa entonces que nos encontramos ante un fenómeno dentro de la iglesia actial donde los sacerdotes han perdido la fe, se ha debilitado su esperanza en Dios, y ya no hay ninguna misión que valga, respecto a la salvación de las almas de sus feligreses.
Nos deja entrever que además de los problemas de salud mental en la actualidad, hay problemas muy serios dentro de la iglesia, que tienen que ver con la pérdida de la fe. Y esto significa que ni los sacerdotes piden ayuda, ni los obispos los buscan para brindársela. Pero es un fenómeno casi general, en el que posiblemente tengan que ver también todos los cambios generados a partir del Concilio Vaticano II, en el en el que los valores espirituales y trascendentes que impulsaban al sacerdocio, fueron cambiados por otros de menor valor, que tienen que ver con la labor social y comunitaria. No es posible que quienes están encargados de transmitirnos la fe y la esperanza. sean precisamente quienes optan por el suicidio.
Está realidad nos hace recordar la poesía de Juan de Dios Peza "Reír llorando", de la cual me permito incluir unos párrafos:
[1] Fuentes, M. A. y Antequera, L.
Catholic Net. ¿Todos los suicidas se van al infierno? ¿Qué dice la Iglesia
Católica sobre el Suicidio? https://es.catholic.net/op/articulos/9168/cat/341/todos-los-suicidas-se-van-al-infierno-que-dice-la-iglesia-catolica-sobre-el-suicidio.html#modal
[2] Redaccioninfovaticana. 21 marzo de 2023. INFOVATICANA. Un catedrático de Harvard asegura que el aumento de suicidios está relacionado con la caída de la religión.
https://infovaticana.com/2023/03/21/un-catedratico-de-harvard-asegura-que-el-aumento-de-suicidios-esta-relacionado-con-la-caida-de-la-religion/