NOTICIA COMENTADA 642
Monseñor Schneider escribe al obispo Strickland: "Los futuros Papas te agradecerán tu fidelidad". DUC IN ALTUM. Por Aldo María Valli. 14sep23. https://www.aldomariavalli.it/2023/09/14/monsignor-schneider-scrive-al-vescovo-strickland-i-futuri-papi-la-ringrazieranno-per-la-sua-fedelta/
Resumen:
Queridos amigos de Duc in altum , os propongo la versión italiana de la carta que monseñor Athanasius Schneider envió a su hermano obispo monseñor Joseph Edward Strickland, obispo de Tyler (Texas), recientemente sometido a una visita apostólica punitiva por haber cometido abiertamente una posición en defensa de la inmutable Doctrina Católica (en particular sobre la vida, el matrimonio, la Eucaristía, la sexualidad, la ordenación femenina) y de la Tradición. En el Vaticano, el Papa está pensando en pedir la dimisión de Strickland, pero el obispo no se ha dejado intimidar. De hecho, adoptó una posición muy crítica ante el ya inminente sínodo sobre la sinodalidad: "No me detendrán. Cuando hablamos de la verdad de Jesucristo, no existe la corrección política. El mundo puede intentar cerrarnos, pero no funcionará".
Y por esta firmeza, el obispo de Tyler recibe ahora todo el apoyo y la solidaridad fraterna de monseñor Schneider.
Por Monseñor Athanasius Schneider.
¡Excelencia, obispo Strickland, querido y estimado hermano en el episcopado!
Es para mí un privilegio y una alegría expresarles todo mi agradecimiento y aprecio por su intrépida dedicación en salvaguardar, transmitir y defender sin compromisos la fe católica, tal como los apóstoles la entregaron a la Iglesia y con la que todas las generaciones de católicos, en particular nuestros antepasados, nuestros padres y madres, nuestros sacerdotes y nuestros religiosos catequistas, han sido nutridos. Con toda verdad podemos aplicarle, querido obispo Strickland, lo que afirmó en su tiempo San Basilio: "La única acusación que ahora puede obtener un castigo severo es la cuidadosa observancia de las tradiciones de los Padres" (Ep. 243).
Permítanme compartir las siguientes palabras muy oportunas del propio gran y santo obispo:
"Las doctrinas de la religión verdadera son derribadas. Las leyes de la Iglesia están en confusión. La ambición de los hombres que no temen a Dios se precipita hacia los altos cargos de la Iglesia, y los cargos exaltados ahora se conocen públicamente como el premio de la impiedad. El resultado es que cuanto más blasfema un hombre, más apto le considera el pueblo para ser obispo. La dignidad clerical pertenece al pasado. Faltan por completo hombres que alimenten el rebaño del Señor con conocimiento de los hechos. Los eclesiásticos con autoridad tienen miedo de hablar, porque aquellos que han alcanzado el poder a través del interés humano son esclavos de aquellos a quienes deben su ascenso. La fe es incierta; las almas están sumergidas en la ignorancia porque los aduladores de la palabra imitan la verdad. Las bocas de los verdaderos creyentes callan, mientras toda lengua blasfema se mueve libremente; las cosas santas son pisoteadas".
Realmente vivimos en una época como la que describe San Basilio con un parecido tan sorprendente.
Las palabras de San Basilio en su carta al Papa San Dámaso, en la que pedía ayuda y intervención eficaz del Papa, son plenamente aplicables a nuestra situación actual:
"La sabiduría de este mundo gana los más altos premios en la Iglesia y ha rechazado la gloria de la cruz. Los pastores han sido ahuyentados y en su lugar han sido introducidos lobos terribles que hacen huir al rebaño de Cristo. Las casas de oración no tienen con quién reunirse allí; Los lugares desiertos están llenos de multitudes que gimen. Las personas mayores se quejan cuando comparan el presente con el pasado. Los jóvenes son aún más dignos de lástima, porque no saben de qué se les ha privado".
Querido obispo Strickland, a diferencia de San Basilio, que recurrió al Papa Dámaso, usted, lamentablemente, no tiene la posibilidad real de recurrir al Papa Francisco para que le ayude a mantener celosamente las santas tradiciones del pasado. Por el contrario, la Santa Sede ahora la pone bajo observación y amenaza de intimidación y privación del cuidado episcopal de su rebaño en Tyler, básicamente sólo por la razón de que ella, como San Basilio, San Atanasio y muchos otros confesantes obispos de la historia, mantiene las tradiciones de los Padres; sólo porque no silencia la verdad, sólo porque no se comporta como muchos de los obispos de nuestros días…
Sin embargo, querido obispo Strickland, usted tiene la felicidad de saber que todos los papas del pasado, todos los valientes obispos confesores del pasado, todos los mártires católicos que, en palabras de Santa Teresa de Ávila, estaban "decididos a sufrir mil muertes por un solo artículo del credo" (Vida de Teresa de Jesús, 25, 12), lo apoyan y alientan. Además, los pequeños de la Iglesia oran por ella y la apoyan; son un creciente, aunque pequeño, ejército de fieles laicos –en Estados Unidos y en todo el mundo– que han sido marginados por clérigos de alto rango, incluso en el Vaticano, cuya principal preocupación parece ser complacer al mundo y promover su agenda naturalista y su aprobación del pecado de la actividad homosexual bajo el pretexto de aceptación e inclusión.
Estimado obispo Strickland, gracias por decidir "servir al Señor y no al tiempo", como una vez amonestó San Atanasio a los obispos (Ep. ad Dracontium). Rezo para que otros obispos de nuestros días, como usted, levanten la voz en defensa de la fe católica, brindando así alimento espiritual y consuelo a muchos católicos, que a menudo se sienten abandonados como huérfanos.
Los futuros Papas os agradecerán sin duda vuestra intrépida fidelidad a la fe católica y a sus santas tradiciones, con la que contribuisteis al honor de la Sede Apostólica, en parte oscurecida y manchada por nuestros tiempos desfavorables.
Que San José, su patrón, el "buen y fiel siervo", esté siempre a su lado y la Santísima Virgen María, nuestra dulce Madre celestial, destructora de todas las herejías, sea su fortaleza y su refugio.
COMENTARIOS
Nada
nuevo bajo el Sol. La historia se repite; cambian los contextos y los
actores, pero los ataques del demonio a la Iglesia siguen siendo los
mismos. Nada nuevo, pues Jesucristo ya lo había anunciado:
En aquel tiempo seréis entregados a los magistrados para ser puestos en los tormentos y os darán la muerte: y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre. Con lo que muchos padecerán entonces escándalo, y se harán traición unos a otros, y se odiarán recíprocamente. Y aparecerá un gran número de falsos profetas que pervertirán a mucha gente. (Mt. 24: 9-11)
¿Esta profecía de Nuestro Señor, para alguno de ustedes suena familiar, sobre a la situación que vive la iglesia actual?
Monseñor Joseph Edward Strickland, obispo de Tyler, Texas, es acosado por el Vaticano porque está predicando las verdades de la Iglesia, que son mala propaganda para el Sínodo de Sínodos que esta por realizarse el próximo mes. El Vaticano ya envió "visitadores" para que lo investiguen. Normalmente es la etapa previa, a la solicitud expresa desde Roma, de que el obispo debe renunciar.
Mons. Strickland invita a sus feligreses a mantenerse en la fe, en los dogmas sostenidos por la Iglesia de todos los tiempos. Pero estas verdades resultan contrarias a las propuestas, ya dadas a conocer, que preceden a las reuniones sinodales de octubre. La Doctrina de la Iglesia, ya definida en el Magisterio, no puede cambiar, especialmente lo que se refiere a la vida, el matrimonio, la Eucaristía, la sexualidad, el tema de la ordenación femenina y, en general, a la Tradición, la gran enemiga de Francisco, todo estos, temas que será abordados.
Tal parece que la iglesia se ha olvidado que Cristo puso al cuidado de su Iglesia, el depósito de la fe: sus enseñanzas, cristalizadas en los evangelios y en las cartas de sus apóstoles. Y Cristo es el mismo ayer, hoy y siempre; y sus enseñanzas también tienen esas cualidades, por lo que no pueden cambiar. Pero estos sínodos quieren "adecuar" los Evangelios a los nuevos tiempos. Especialmente le tienen un odio enconado a San Pablo, porque en sus cartas es quien arremete con más dureza contra los adúlteros y los sodomitas. Y eso no puede cambiar. Recordemos que es dogma de fe que las Sagradas Escrituras, tanto el Antiguo como el Nuevo testamento, tienen por autor a Dios, quien utiliza la mano de los hombres, inspirados por el Espíritu Santo (Dios) para dejar constancia de las verdades que necesitamos para salvarnos.
Mons. Strickland, advierte que la iglesia actual tiene su "principal preocupación en complacer al mundo y promover su agenda naturalista y su aprobación del pecado de la actividad homosexual bajo el pretexto de aceptación e inclusión".
Claro que estas palabras no han gustado a muchos modernistas, pues contradicen las propuestas que ya están en la agenda de la reunión sinodal, y con una alta probabilidad de ser aceptadas y convertidas -falsamente en magisterio de la iglesia-. Sabemos que, aunque las acepten los hombres, las verdades de Dios prevalecerán. Pero la confusión entre los fieles es inevitable.
Francisco ha elegido la sinodalidad como estrategia para introducir en el seno de la iglesia grandes errores doctrinales, tanto en materia de fe, pero principalmente en lo que respecta en la moral.
Sólo imaginemos a la "iglesia católica" dirigida por sacerdotes casados, incluyendo homosexuales, rindiendo culto a la naturaleza y a otros ídolos considerados verdaderas deidades, (Buda, Visnú o la Pachamama) relevando de sus pecados a sodomitas y fornicarios (sin que estos tengan que renunciar al pecado) y siendo dirigidos por mujeres sacerdotes y hasta obispos femeninos. Este es un panorama posible que nos espera una vez terminado el Sínodo de Sínodos.
Veremos a la Iglesia despojándose de las blancas vestiduras que la han hecho por siglos UNA, SANTA, CATÓLICA Y APOSTÓLICA, para cubrirse con las túnicas malolientes del mundo, del dinero y del mismo Satanás; Pero es que no se trata de simplemente de adoptar una postura novedosa o seguir con la Tradición; de lo que verdaderamente se trata es de la salvación o perdición de las almas.
Por eso Mons. Atanasio Schneider le agradece a Mons. Strickland su firme postura respecto a la Doctrina Cristiana. Le muestra como antecedente histórico a San Basilio Magno, allá por el siglo IV, que, si analizamos con detenimiento sus quejas (que aparecen más arriba en la nota), la situación de la iglesia de su tiempo, sorprendentemente nos daremos cuenta de qué son idénticas a las de de hoy en día, pero con una gran diferencia: en aquel tiempo San Basilio pudo pedir el consejo y el consuelo del Papa San Dámaso, quién lo animó a seguir resistiendo. En estos días es imposible pedirle la ayuda o el consuelo a Roma, pues es precisamente Roma la que promueve la herejía.
Nos llaman fuertemente la atención las palabras que cita Monseñor Schneider de Santa Teresa de Ávila sobre la defensa de los dogmas: "Los valientes obispos del pasado estaban dispuestos a ofrecer mil vidas por defender un solo artículo del credo del credo". El problema es que en la actualidad no se está atacando un artículo en particular, se trata de un verdadero alud que tiene como finalidad sepultar a la Iglesia Católica en el olvido, bajo el cieno de la inmundicia que generan los enemigos del alma: demonio, carne y mundo.