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NOTICIA COMENTADA 658

11.11.2023

Documento final del Sínodo: un programa de subversión. ONE PETER FIVE. Por Antonio Francés. 31oct23. https://onepeterfive.com/synod-final-document-a-program-of-subversion

Resumen:

La Relatio Synodalis no declara directamente la licitud de las relaciones sexuales adúlteras o inmorales; no establece directamente la ordenación de las mujeres; no establece directamente que el celibato deba ser abolido. Pero es el programa de subversión de la Iglesia católica más extenso y profundo jamás escrito. Es una vil imitación de las estrategias del "socialismo del siglo XXI". ¿Quizás se pueda sentir la mano de Arturo Sosa Jr. en él?

Las preocupaciones que plantea el documento son infinitas. Pero me centraré sólo en algunos de los centrales.

  • "Sinodalidad" significa, en realidad, rechazo de la "democracia representativa", pero para adoptar "una forma de ser Iglesia que articula comunión, misión y participación" (ver 1g). Entonces, no es más que el camino hacia lo que Hugo Chávez llamó la "democracia protagónica". Según la Relatio, algunos se oponen porque parece ir en contra de la "naturaleza jerárquica de la Iglesia", pero en realidad, "la perplejidad y la oposición nacen del miedo a perder el poder y los privilegios" que se derivan de la constante movimiento de la llamada "Tradición viva" (ibídem).
  • Por supuesto, en esta nueva "democracia" todas las instituciones no controladas están desarticuladas por la pura disolución de la autoridad que en ellas rige, pero (y este "pero" es el punto clave) se acentúa el poder tiránico de la autoridad central. Más que nunca. Esta es la razón por la cual el documento dice:

[…] la sinodalidad y el primado [del Papa] son realidades correlativas, complementarias e inseparables. La clarificación de este delicado punto se refleja en la manera de entender el ministerio petrino al servicio de la unidad (7h).

Es evidente: ¡el poder del "Querido Líder" siempre debe crecer para que pueda "traducir" las órdenes del "espíritu"!

  • La disolución de la estructura de la Iglesia se percibe especialmente en los párrafos dedicados a los obispos. En el apartado 12b la Relatio establece:

El Obispo en su Iglesia tiene la responsabilidad principal en la predicación del Evangelio y en la liturgia. Es guía de la comunidad cristiana y promueve la atención a los pobres y la defensa de los más débiles. Como principio visible de unidad, tiene particularmente el poder de discernir y coordinar los diversos carismas y ministerios suscitados por el Espíritu para anunciar el Evangelio y el bien común. Tal ministerio se realiza de manera sinodal cuando su regla se utiliza compartiendo su responsabilidad con los demás, cuando su predicación presta atención al Pueblo fiel de Dios, cuando la santificación y la celebración litúrgica se alimentan de la humildad y la conversión.

Presta mucha atención a este texto. No se menciona la esencia del obispo. Eso desaparece. Cuando León XIII investigó la sucesión apostólica de los anglicanos (Apostolicae Curae), concluyó que la habían perdido. ¿Por qué? Porque durante todo un siglo no creyeron en el carácter más importante del episcopado, su esencia misma: el obispo es el Sumo Sacerdote del Sacrificio de la Nueva Ley, y el ministro que tiene el poder de ordenar a otros ministros del Sacrificio. Bueno, está claro que nuestros nuevos herejes, los bandoleros que gobiernan la Iglesia de Cristo, tampoco creen en nada de esto…

Después de estos problemas centrales, se pueden observar un número indefinido de otros problemas.

En primer lugar, el documento sienta las bases para la futura afirmación de que las mujeres pueden ser ordenadas como diáconos, ya que declara que esto se practicaba en la iglesia original (9c), interpretando erróneamente algunas expresiones del Nuevo Testamento.

En segundo lugar, cuando se habla de la relación entre fe y razón, se hace mucho más hincapié en las "ciencias sociales" que en la metafísica (ver 2h, 14h, 15c, 15g), que es típica, por cierto, de la teología marxista de la liberación practicada por Arturo Sosa Jr., Víctor Manuel Fernández y muchos otros "teólogos" influyentes en el Vaticano.

En tercer lugar, con una hipocresía asombrosa, tan típica hoy en día, la ideología de género se identifica con la misericordia: cualquier preocupación por los débiles y los marginados se confunde con la aceptación de las demandas de esta ideología insostenible y absolutamente irracional (ver 16c-k).

Cuarto, se dice que la Eucaristía es fuente y cumbre de la sinodalidad, por lo que parece que estos herejes se acercan a aquellos protestantes que piensan que la Eucaristía no es más que la comunión de los fieles (1c).

En cuarto lugar, [quinto] en línea con los teólogos de la liberación, este documento insiste cada vez más en el tema de los "abusos" para asegurar la desmoralización de la Iglesia de Jesucristo (1e).

Quinto, [sexto] el documento denuncia "proféticamente" el individualismo, pero de ninguna manera denuncia el mal mucho mayor del colectivismo chino (1l, 3g). Denuncia las miserias que sufren los desplazados, pero ni por casualidad menciona que el mayor desplazamiento del último siglo es el de los venezolanos cuyas causas radican en el tipo de régimen que estos herejes promueven (5d).

Hay muchos otros problemas, pero con estos que he señalado quizás se pueda lograr el objetivo de agitar a los verdaderos miembros de la Iglesia. Sería un inmenso bien que Dios podría sacar de este inmenso mal. Las recientes declaraciones del cardenal Müller dan esperanza en este sentido: "Enseñar contrariamente a la fe apostólica privaría automáticamente al Papa de su cargo. Todos debemos orar y trabajar con valentía para evitarle a la Iglesia tal terrible experiencia".

Por supuesto, la constitución canónica de la Iglesia exige que alguna parte representativa de la Iglesia en su conjunto lo declare públicamente, después de juzgar formalmente la cuestión. Mientras tanto, los obispos necesitan saber y comprender que su autoridad proviene de Dios y no del Papa. Tienen el deber de preservar la sucesión apostólica y la verdadera Fe.

COMENTARIOS 


Tal como lo suponíamos, la relatoría de las reuniones sinodales deja un margen muy amplio, donde caben muchas verdades, pero también una cantidad innumerable de imprecisiones, errores y hasta herejías. No condena las relaciones sexuales adúlteras inmorales (ni la homosexualidad); no se define sobre si se puede o no otorgar el sacramento del Orden a las mujeres, aunque sí delinea al menos su participación como diáconas, -lo cual sería la punta de lanza para luego convertirlas en presbíteras, sacerdotisas y hasta obispas- pues la función de diácono ya está incluida en el Sacramento del Orden; y tampoco se define sobre el celibato sacerdotal.

Parece que se prepara la tercera fase, la etapa final, donde se proclamarán todas estas novedades como aceptadas por la Iglesia. La primera fue toda la discusión previa, alrededor de Camino Sinodal Alemán; la segunda, su presentación oficial en este Sínodo, de carácter universal; y la tercera vendrá con su aceptación, en la conclusión de este Sínodo el año próximo.

Dice el Dr. Antonio Francés que el documento final del sínodo da pautas para todo un programa de subversión. Y señala varios errores muy importantes, entre los cuales comentaremos solo dos:

  • Otorga un poder al sínodo prácticamente similar al del Pontífice, al representante de Cristo en la tierra. Dice que "la sinodalidad y el primado del Papa son realidades correlativas, complementarias e insuperables". Es totalmente falso.

Los sínodos son instrumentos de los obispos en los que discuten sobre temas, generalmente de carácter pastoral, pero con un carácter consultivo no deliberativo. Es decir, las conclusiones del sínodo deben de pasar a revisión y autorización por la jerarquía inmediata superior; en este caso quien debe decidir es el propio Pontífice y nadie más.

Siempre el Papa está un escalón arriba de los obispos. Aunque él también es un obispo, el obispo de Roma, su autoridad rebasa a la de sus colegas por la simple razón de que el Sumo Pontífice.

Jesucristo Nuestro Señor no instituyó su iglesia sobre el colegio apostólico; la fundó sobre San Pedro, y puso a sus apóstoles bajo su cuidado y mandato, para que le ayudaran a predicar el evangelio, y a llevarlo a todos los rincones del mundo. Si bien originalmente Cristo escogió a sus apóstoles no los puso a todos en el mismo nivel en la estructura de la iglesia, pero sí les dio la gracia que concede el Espíritu Santo para enseñar y gobernar a su rebaño.

Esta representación del sínodo convierte a la iglesia en un cuerpo democrático, donde todas las opiniones valen lo mismo, y donde prácticamente el pueblo gobierna a la par que el Papa, a la iglesia. Es una verdadera revolución.

Si Dios Nuestro Señor instituyó su iglesia de manera jerárquica, el Papa, los bispos y los presbíteros, como la iglesia docente (la que enseña); y a los fieles, como iglesia discente (la que es enseñada), es por una sencilla razón: para conservar la pureza de la fe. Pero también centralizó en San Pedro el poder tomar las decisiones concernientes a su Iglesia. Puede ser ayudado o aconsejado por sus obispos y por los teólogos, pero la responsabilidad del sucesor de Pedro es intransferible. Corresponde al Papa, en primera instancia, defender y conservar el depósito de la fe. Pero parece que esto no importa en esta "nueva iglesia".

Esta forma de considerar la iglesia "democrática" parte de un postulado falso. Supone que el Espíritu Santo habla por la voz del pueblo, reunido en su nombre, pero no es así. El Espíritu Santo no inspira a los hombres democráticamente; y cómo lo planteo acertadamente la periodista Diane Montagna[1], cuando hace esta pregunta al vocero de la asamblea: "Tradicionalmente, y no sólo tradicionalmente, la Iglesia católica discierne la presencia del Espíritu Santo según está de acuerdo con la Revelación divina, el consenso unánime de los Padres y la Tradición apostólica. Entonces, ¿Cómo discierne el sínodo si algo viene del Espíritu Santo o de otro espíritu?"

Es decir, ¿cómo saber sin las conclusiones emitidas en el sínodo son realmente inspiradas por el Espíritu Santo o bien por otro espíritu (entiéndase, el espíritu del mundo o el demonio)? En la misma pregunta está la respuesta, a la que faltaría solamente un añadido: si las propuestas están de acuerdo con la Revelación divina, con el consenso unánime de los Padres de la Iglesia y con la Tradición Apostólica, aunadas con preparación que se requiere para recibir al Espíritu Divino (la oración, la humildad y el estado de gracia), entonces esa inspiración sí viene de Dios. Pero si contradice al Depósito de la Fe, a las Sagradas Escrituras y a la Tradición, y si además no hay una preparación previa adecuada para recibir al Espíritu Santo, difícilmente podremos decir que las conclusiones son de su inspiración.

Sometamos a estos criterios las tres posturas originales que nos presenta este artículo:

  • ¿Las relaciones adúlteras e inmorales y especialmente aquellas que van contra la naturaleza son aceptadas en las Sagradas Escrituras, por los Padres de la Iglesia, y por la Tradición Apostólica? La respuesta tajante es NO. Por el contrario, son repudiadas y consideradas como uno de los pecados más graves.
  • ¿La ordenación de mujeres presbíteras está avalada por las Sagradas Escrituras y la Tradición de la Iglesia? La respuesta es NO. El asunto se ha estudiado y se ha establecido con toda claridad la negativa, y la jurisprudencia necesaria correspondiente en el Derecho Canónico. No se puede.
  • ¿El celibato sacerdotal puede ser abolido de tal manera que podemos admitir en la iglesia a sacerdotes casados? Al igual que la segunda respuesta, el dictamen del Magisterio de la Iglesia es NO. Porque Dios quiere que las personas que se consagren a Él le sirvan exclusivamente y a nadie más.
  • La justificación de la relación entre la fe y la razón no depende y nunca dependerá de las ciencias sociales. Porque las ciencias, como creación del hombre, son falibles y frecuentemente se equivocan. La fe es un don concedido por Dios a quien él quiere; los católicos generalmente la recibimos en el bautismo y luego en la confirmación. Y la razón, cuando se usa adecuadamente, no hace otra cosa sino confirmar las verdades que ya estaban dichas en la Revelación. Por eso es que la iglesia se fundamenta en dos pilares básicos: Las Sagradas Escrituras y la Tradición. Ambas conforman la Revelación. Y la Revelación es el criterio de verdad para dilucidar o discernir sobre cualquier problema de orden humano, científico, filosófico o religioso. Sí concuerda determinada propuesta con lo que dice la Revelación, entonces se acepta; y si no, se rechaza.


[1] La gran subversión. CAMINANTE-WANDERER. 09oct23. https://caminante-wanderer.blogspot.com/ 


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