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06.01.2024

Hay una Guerra espiritual en marcha, no un choque de culturas. STILUM CURIAE. Por Ettore Gotti Tedeschi. 03ene24. https://www.marcotosatti.com/2024/01/03/hay-una-guerra-espiritual-en-marcha-no-un-choque-de- culturas-ettore-gotti-tedeschi/

Resumen:

Pero, al final, ¿el que cree también está convencido de que su fe asegura la respuesta y la explicación a todo porque es misterio que permite la esperanza? ¿Está convencido de que posee "lo mejor de todo lo que se ha hecho y dicho"? Si así lo cree, debe defender estos valores, no "a pesar" del mundo que se le opone, sino "precisamente" por eso. Está en juego la civilización. Quizás no todos lo hayan entendido todavía.

Estimado Doctor Tosatti, para el primer día de 2024 quisiera proponer a los lectores de SC una reflexión que me pareció interesante debido a los estímulos originales (en otro tiempo habrían sido considerados habituales e incluso inútiles). Esta reflexión ha sido extraída de un artículo "La religión del Anticristo" y fue escrito por el bien conocido filósofo irlandés Mark Dooley, alumno espiritual del cardenal John Henry Newman,

Mark Dooley nos dice que el error más grande que nosotros (los católicos) podemos cometer hoy es creer que hay en curso una "guerra cultural" sobre los valores a vivir y predicar.

Es un error, porque presupone que en esta materia especifica hay dos culturas rivales que chocan. Pero eso no es cierto, explica Dooley. Porque quienes son enemigos de la civilización, del valor de la vida humana y de su dignidad única no tienen una verdadera cultura.

Por eso estos enemigos que quieren destruir estos valores culturales y espirituales de Occidente han llegado a asustar e intimidar a los "resistentes", mientras devastan todo lo que trasciende lo diabólico y oscuro. La verdadera cultura presupone belleza, orden, armonía y. … santidad. Santidad, una palabra descuidada incluso dentro de la Ettore Gotti Tedeschi Iglesia. En este mundo con el que es necesario dialogar a toda costasobre cualquier tema, el ser humano no parece ser  considerado "divino" y ni siquiera merecedor de un respeto único por su dignidad única.

Por eso, explica Dooley, más que en una guerra cultural, debemos sentirnos comprometidos en un "conflicto espiritual" letal. Donde el campo de batalla es la vida, la familia, el matrimonio, las leyes naturales, etc. Pero también es un campo de batalla donde se debe reconocer que el verdadero ataque es al Creador y a la Creación, que debe ser reemplazada por una génesis secular-pseudocientífica.

Dooley nos hace entender que el termómetro del miedo está en tener o no el coraje de hablar de la existencia del "mal", como fuerza espiritual que apunta a la destrucción del hombre, criatura de Dios... explica manifiestamente que no se trata de una "guerra cultural", sino de una batalla entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas, entre lo sagrado y lo profano.


Pero, al final, ¿el que cree también está convencido de que su fe asegura la respuesta y la explicación a todo porque es misterio que permite la esperanza? ¿Está convencido de que posee "lo mejor de todo lo que se ha hecho y dicho"? Si así lo cree, debe defender estos valores, no "a pesar" del mundo que se le opone, sino "precisamente" por eso. Está en juego la civilización. Quizás no todos lo hayan entendido todavía.

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Ettore Gotti Tedeschi es un economista italiano que ha desempeñado puestos de primera importancia en al nivel nacional e internacional. Fue presidente del Instituto de Obras Religiosas del Vaticano, mejor conocido como el Banco del Vaticano, durante el gobierno de Benedicto XVI. Desde hace tiempo escribe interesantes artículos que tienen como punto central la geopolítica, y especialmente en Nuevo Orden Mundial.

Ahora nos propone algunas reflexiones tomadas del filósofo irlandés Mark Dooley, escritas en un artículo titulado "la Religión del Anticristo" En él se propone que la guerra que vive el mundo, pero particularmente Europa, no es una guerra cultural, sino, ante todo, espiritual.

Pareciera que los conflictos que imperan en el mundo se podrían explicar como un choque de culturas entre el islam y el cristianismo, entre el judaísmo y los palestinos musulmanes, entre el imperialismo ruso y la democracia europea, o entre el comunismo chino y la hegemonía occidental, que han impuesto los Estados Unidos. Pero no se trata de una lucha que resulta del choque de cosmovisiones culturales, sino que, en el trasfondo, es una batalla de carácter espiritual: entre el bien y el mal; una batalla entre la salvación y la condenación de las almas.

Los principios que formaron la gran cultura cristiana occidental están siendo destrozados por las culturas imperantes: Se atenta contra el principio fundamental de la humanidad, el derecho a la vida, utilizando para ello el control poblacional mediante la anticoncepción, el aborto y la eutanasia; se destruye la célula social, con la cual se desarrollan los diferentes embriones y órganos sociales, la escuela, el gobierno, la empresa, etc. Se nos olvida que de la salud física y espiritual de la familia, depende la salud total de la sociedad. Y esta se echa por tierra mediante el divorcio, la ideología de género, el feminismo, la homosexualidad, la obligación de que la mujer trabaje, abandonando a los hijos, etc.

Se destruye la dignidad humana estableciendo sistemas esclavizantes y de explotación del mismo hombre, y de verdaderos genocidios afianzados en intereses políticos y económicos: fomentando la guerra, los desplazamientos, la pobreza extrema debido a la inestabilidad y falta de fuentes de trabajo dignas, o simplemente, mediante hambrunas. Y esto que quiere disfrazar de movimientos nacionalistas o intereses regionales. La práctica mas usual es la desestabilización de naciones y regiones enteras, donde es imposible sobrevivir con cierta dignidad, y casi imposible formar una verdadera familia.

Pero también se destruye el cristianismo que dio origen a la gran Cultura Cristiana Occidental. Y esto se hace mediante una persecución sistemática a los católicos, por medio de regímenes políticos autoritarios y ateos, organizaciones anticristianas financiadas por quienes quieren apoderarse del mundo, pero ante todo, estrategias para evitar que las almas se salven. Y varias de estas tácticas aniquiladoras de cristianismo proceden de las mismas fuentes que deberían evangelizar, cuya misión debiera ser, como mandato Divino, la santificación y la salvación de las almas. Se ataca al mismo Cristo y a sus enseñanzas, Se corrompe la doctrina, se distorsiona la historia, se interpreta malintencionadamente su Evangelio, y se desvían los ojos, que estaban centrados en el camino al cielo, hacia objetivos de placer, poder, riqueza y otros espejismos del mundo.

La escuela solo enseña banalidades terrenas, muchas de ellas ni siquiera útiles para llevar una vida digna, pero, sobre todo, con unas pocas excepciones, alejadas de Dios y de la salvación. Estamos concentrados en una educación que no educa.

Dice Gotti Tedeschi: "La verdadera cultura presupone belleza, orden, armonía y.… santidad. Santidad, una palabra descuidada incluso dentro de la Iglesia". Cierto. Dirigidas por la Iglesia, los sacerdotes y educadores deberíamos estar enseñando a los esposos cómo lograr la santificación del matrimonio y la familia, cómo enseñar a los hijos a ganar el cielo mediante el ejercicio de las virtudes, y cómo hacer que las instituciones sociales colaboren para este fin.

No sabemos si se trata de una batalla final -que lo es desde la perspectiva individual- pero parece que vamos perdiendo contra las fuerzas del mal: Demonio, carne y mundo.

Si queremos salir airosos en esta batalla espiritual, necesitamos volver los ojos y los corazones a Cristo. Como decía San Pío X: "Restaurar todo en Cristo".


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