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14.02.2024

El secretario adjunto de Doctrina de la Fe insiste en cargarse el celibato para evitar una «doble vida». INFOVATICANA. Por Redaccioninfovaticana. 31ene24. https://infovaticana.com/2024/01/31/el-secretario-adjunto-de- doctrina-de-la-fe-insiste-en-cargarse-el-celibato-para-evitar-una-doble-vida/

Resumen:

El arzobispo de Malta, Charles Scicluna, ha vuelto a defender el fin del celibato obligatorio como solución para acabar con la doble vida que llevan algunos sacerdotes.

En una entrevista con el National Catholic Reporter, el secretario adjunto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe ha reiterado su inusual llamado para que la Iglesia considere poner fin a su requisito milenario de que los sacerdotes permanezcan célibes, diciendo que permitir el matrimonio sacerdotal podría ser un medio para evitar que los clérigos vivan una doble vida peligrosa.

Este arzobispo -que debería ser 'guardián de la doctrina'- ha declarado que «una de mis preocupaciones es que las personas se encuentren en una situación en la que se sientan cómodas con una doble vida». Para el arzobispo maltés, la

doble vida de los sacerdotes podría ser un «síntoma» de que Arzobispo Charles Scicluna, secretario adjunto del Dicasterio para la los sacerdotes «tienen que hacer frente» a su exigencia del Doctrina de la Fe.

celibato.

«Cuando viajas mucho y conoces a otras personas, te das cuenta de que las personas se encuentran en diferentes estados de vida», dijo. «Y esto podría ser algo que valga la pena discutir», dijo en alusión a plantear la opción de abolir el celibato sacerdotal obligatorio.

Reitera su posición contraria al celibato

Fue a principios del mes de enero cuando Scicluna rompió el melón y habló abiertamente sobre esta cuestión. En una entrevista con un periódico maltés, declaró que ha llegado el momento de «discutir seriamente el tema» y «tomar decisiones al respecto», dijo, añadiendo que ya habló abiertamente sobre ello en el Vaticano, pero reconoció que, en última instancia, no es su decisión.

"Esta es probablemente la primera vez que lo digo públicamente y a algunas personas les parecerá herético", dijo el arzobispo de Malta y peso pesado dentro del Dicasterio que dirige el cardenal Víctor Manuel Fernández.

En la entrevista con el citado medio maltés Scicluna reconoció que el celibato todavía tiene y seguirá teniendo un lugar en la Iglesia, pero dijo que aprendió por experiencia que a los sacerdotes también se les debe dar la opción de casarse, al igual que en las iglesias católicas del Rito oriental.

Esta posición del arzobispo de Malta fue ampliamente rebatida por muchos sacerdotes que le recordaron que cuando alguien se mete al seminario y se ordena sacerdote abraza libremente el celibato rompiendo así el relato que liga el celibato como su se trata de una imposición.

El obispo Munilla fue uno de los que salió en público a corregir al secretario adjunto de Doctrina de la Fe. A través de sus redes sociales, el obispo de Alicante-Orihuela declaró lo siguiente: «Me parece a mí que algunos han olvidado que la vocación -al sacerdocio, en este caso- es una llamada personal de Dios, en la que Él nos da su gracia para que podamos seguirle; y no una mera elección individual entre las distintas posibilidades que a cada uno le resulten más atrayentes…»

Comentario: 

¡Qué argumento tan tonto! Suprimir el celibato sacerdotal para que algunos curas no tengan que llevar una vida doble. Cierto es que una consecuencia no deseada de la falta al celibato sacerdotal es que algunos sacerdotes han tenido que llevar la "vida doble", pero eso no justifica suprimir el celibato entre los sacerdotes.

Es un argumento similar a la afirmación de que se elimine del Código Penal el delito de la corrupción, para que los funcionarios públicos no tengan que andar escondiéndose de sus jefes o de la policía, o bien, legalizar el consumo de drogas, para que los narcotraficantes ya no sean delincuentes, sino

empresarios.

El celibato sacerdotal no es un castigo que se impone a los sacerdotes; todo lo contrario, es una gracia que Dios concede a quienes llama a su servicio, y una donación que hace esa persona consagrada, a Cristo, precisamente como muestra su amor y gratitud, sin las ataduras y responsabilidades que impone el matrimonio.

No podemos considerar el celibato como una carga para el sacerdote. Si bien, como en toda elección, cuando se ha tomado un camino, se renuncia a otros. Libremente. Dice Fabio Lorenzi1:

A diferencia del celibato de los laicos, el de los sacerdotes está determinado por una elección libre y consciente del hombre psicológicamente maduro y como tal no provoca frustraciones. Hacer una elección libre siempre significa renunciar a otras posibilidades, a otros valores; pero una elección libre es también testimonio de la convicción de que el valor que se ha escogido, es superior a todos los demás.

Por otra parte, la Iglesia, en su sabiduría, ha impuesto esta condición e incluso se puede considerar esta obligación, para que desprendidos de los lazos y obligaciones terrenas puedan dedicarse de lleno al servicio de Dios y de las almas2. San Pablo lo dice también (ICo. 7, 32) en su primera carta a los corintios el que no tiene mujer anda solícito de las cosas de Dios y del modo de agradar pero el que tiene mujer se preocupa por las cosas del mundo y por agradar a su mujer y se haya dividido.

La castidad comprendida dentro del celibato sacerdotal hace más grande el mérito y la labor del sacerdote, porque en un acto libre, ofrece a Dios una de las cosas más grandes que tiene, renunciando al ejercicio de la sexualidad matrimonial. Luego entonces, queda enmarcada en dos compromisos para con Dios: uno de honestidad y otro de justicia. Si un sacerdote rompe su promesa, se convierte en una persona deshonesta, porque hace algo que está mal, incumpliendo su promesa de fidelidad a Cristo, y, además, es motivo de escándalo, para los fieles. Pero también es un acto de injusticia, porque la promesa, la donación, la hace a Dios, y sucede que ahora viola ese compromiso para dar su cuerpo a una mujer. Por eso no se entiende que, desde las más altas esferas de la jerarquía de la Iglesia, se hagan peticiones como la actual. Y es que la violación del celibato será siempre un acto inmoral e injusto.

Pero esta solicitud de abolir el celibato parece formar parte de un todo mayor. Semeja a una orquesta en el que uno toca el violín, otro la flauta y uno más los timbales; pero todos tocan la misma melodía. Esto es lo más preocupante.

Y esta solicitud no proviene de un sacerdote u obispo despistado, sino de un arzobispo que tiene el puesto de secretario adjunto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, el ex Santo Oficio. Ya conocemos el pensamiento de su presidente, coautor del Fiducia supplicans y autor de libros inmersos en la sensualidad humana, más propios de un pervertido que de un obispo y un cardenal, cuyas críticas de reprobación suenan por doquier. Nos referimos a "Tucho", Víctor Manuel Fernández. Pero se trata de la misma melodía que resuena en las palabras de Francisco.


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