NOTICIA COMENTADA 688
Egoísta, mandón, amargado, solterón, aristocrática, neurótico. El sacerdote, según Bergoglio. DUC IN ALTUM. Por Aldo María Valli. 09feb23. https://www.aldomariavalli.it/2024/02/09/egoista-padrone-amaro-zitellone-aristocratico-nevrotico-il-prete-secondo-bergoglio/
Resumen:
Sería interesante entender por qué el Papa siempre reserva expresiones duras para los sacerdotes. En su discurso a los participantes en la conferencia internacional sobre la formación permanente de los sacerdotes [ aquí ], Francisco utilizó una vez más palabras duras.
«Cuando encontramos sacerdotes que no tienen esa capacidad de servir, tal vez egoístas, sacerdotes que han tomado un poco el camino "emprendedor", entonces han perdido esa capacidad de sentirse discípulos, se sienten maestros».
«¡Un sacerdote amargado, un sacerdote que tiene amargura en el corazón es una "solterona"!».
"O es del pueblo de Dios, es un aristócrata que acaba neurótico".
Egoísta, mandona, amargada, solterona, aristocrática, neurótica. ¡Qué perfil!
O el Papa tiene muy mala suerte y sólo conoce a sacerdotes terribles, o al menos tiene una visión distorsionada del sacerdote.
Amigos argentinos me dicen que en realidad cuando Bergoglio habla así está hablando de sí mismo. Bueno.
Por supuesto que esta visión del sacerdote es extraña. Sobre todo si lo comparamos con su petición, también contenida en su discurso del otro día, de ser tiernos, de "cultivar esa ternura que se ve también en las personas en dificultad".
Bueno, tal vez un poco de ternura hacia los sacerdotes tampoco vendría mal. ¿O no?
COMENTARIOS
Realmente
resulta incomprensible la visión que Francisco tiene sobre el sacerdote…
Por eso es que Aldo María Valli se atreve a decir que posiblemente
Francisco ha tenido mala suerte con los sacerdotes que ha conocido… o
quizás es otra la intención de sus duras palabras con las que califica a la
persona que representa a Cristo.
Es que el sacerdote tiene una dignidad altísima y divina, como dice el P. Faría[1]: tiene el poder sobre el cuerpo real de Cristo; tiene poder sobre el cuerpo místico de Cristo, es decir, los fieles, a los cuales enseña, reconcilia y santifica; y es el mediador entre Dios y los hombres. ¡No es poca cosa! ¡El sacerdote merece más respeto!
Debemos recordar que no hay Eucaristía sin el sacerdote[2]. El Señor no puede estar plenamente con nosotros si no se renueva su presencia viva, salvadora, en el altar. La contemporaneidad de Cristo con cada generación, con cada hombre, sólo es posible si se actualiza, si se revive, el misterio de la Redención a través del gran milagro de la Eucaristía, desde las manos y los labios de un sacerdote. Es el ministro de Dios, es otro Cristo.
Por eso resultan incomprensibles las palabras de Bergoglio. Aún suponiendo que fuera un hombre con más defectos de lo habitual. El simple hecho de ser sacerdote, de haber sido elegido por Dios y recibido el sacramento del Orden; de tener manos sagradas con las cuales puede llamar a Cristo al altar y perdonar los pecados, lo hacen distinto de los demás.
Hay dos posibles razones para estas duras palabras de Bergoglio. Por una parte, quiere "desclericalizar" la iglesia, esto es, quitar al clero el estatus que su ministerio le confiere. Quiere que los sacerdotes sean algo parecido al resto de los hombres que conforman la iglesia, sin distinciones, sin privilegios. Esto es imposible. Porque el sacerdote, además de una vocación especial, en la que el mismo Cristo lo ha llamado para ser "pescador de almas", ha recibido de las gracias especiales en el Sacramento del Orden. Por eso es especial, distinto.
Tan solo pensemos en algunos escenarios: El primero es el mundo sin sacerdotes y sin la Eucaristía, ¿qué vamos a hacer sin participar de la Redención diaria que nos ofrece la Santa Misa? Segundo: El hombre pecador sin posibilidad de recibir el perdón por sus pecados ahora, cuando se puede… ¿Cómo podríamos vivir, sabiendo que tendremos que pagar por nuestras faltas aquí o en la otra vida? Tercero: En el trance final de nuestra vida, sin la posibilidad de recibir el auxilio espiritual… ¿Tenemos posibilidades de salvarnos?
La otra posible razón de las palabras duras de Francisco es la propuesta, que surge de sus mismos colaboradores, de la posibilidad de abolir el celibato sacerdotal. Y nos presentan la imagen de un sacerdote incompleto, enfermo, neurótico, porque no tiene esposa ni familia. Bajo este supuesto, tienen sentido todos los calificativos con los que degrada la imagen del sacerdote:
- egoísta, porque no comparte con una familia;
- mandón, porque, acostumbrado a dirigir las almas, no comparte la autoridad con una mujer;
- amargado, porque no ha disfrutado el amor conyugal del matrimonio;
- solterón, porque ha tomado la decisión de ofrecer su castidad a Dios;
- aristócrata, por la dignidad que le confiere el ser elegido y el haber recibido el sacramento del orden;
- neurótico, por la supuesta frustración que genera la soledad.
Nos parece que Francisco se equivoca. No reconoce la dignidad con que Dios mismo -no los hombres-, ha revestido a sus ministros.
Volvemos a recordar que el celibato no es un castigo para el sacerdote; todo lo contrario, es un honor ofrecer al Señor su castidad.
Si sirve de consuelo, preferimos un sacerdote fiel a su ministerio, aunque sea mandón, amargado, aristócrata y neurótico. Porque, si es fiel a Cristo, Él mismo le dará los medios para que desempeñe cabalmente su misión, y derrame su gracia sobre todos nosotros.
[1] Faría, R. 1999. Curso Superior de Religión. Bogotá. Voluntad. P. 473.
[2] Pascual, F. El sacerdote, esperanza del mundo. CatholicNet. https://es.catholic.net/op/articulos/30389/cat/884/el-sacerdote-esperanza-del-mundo.html#modal