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09.04.2024

Expertos de la Archidiócesis de Friburgo piden que se prohíba la confesión a niños. INFOVATICANA. Por Carlos Esteban. 21mar24. https://infovaticana.com/2024/03/21/expertos-de-la-archidiocesis-de-friburgo-piden-que-se-prohiba-la-confesion-a-ninos/

Noticia:

La comisión encargada del abuso sexual en la archidiócesis alemana de Friburgo pide la abolición de la confesión infantil, por un estudio en el que supuestamente se demuestra que la confesión de los niños podría convertirse en un «punto de iniciación para el abuso sexual».

Debido a la cercanía entre el niño y el sacerdote, la situación de la confesión podría «abrir la posibilidad de tratos manipuladores y que violen las fronteras con niños y menores», sostiene el informe que ha presentado la comisión de abusos de la Archidiócesis de Friburgo en el que piden que no se confiese a los niños.

Los expertos exigen que no se invite a los niños a la primera confesión cuando se preparan para la primera comunión a los 8 o 9 años. Tiene más sentido, dicen, esperar hasta la confirmación a los 15 o 16 años. Es cuestionable si los niños pequeños pueden desarrollar ya un sentimiento de culpa y de pecado apropiado para el sacramento de la penitencia.

La Archidiócesis de Friburgo deberá adoptar nuevas disposiciones adecuadas a la luz de esta 'recomendación'.

La comisión también pidió más apoyo a los afectados por la violencia sexual e instó a que se lleven a cabo una reevaluación y prevención. La iglesia no es un lugar seguro para los menores mientras "los factores sistémicos que promueven el abuso sigan siendo efectivos", dice el informe de 38 páginas. Los expertos en medicina, derecho y teología se oponen a un poder excesivo entre sacerdotes y obispos y a una falta de control sobre sus decisiones. Las promesas mal entendidas de obediencia, autoritarismo y clasificación en jerarquías estrictas podrían ser peligrosas, aseguran. Es necesario un cambio cultural.

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De verdad el clero alemán, en las últimas décadas ha sido fuente de cuál desviaciones dogmáticas y pastorales. Sus propuestas rayan en lo ingenuo y en la irresponsabilidad, tanto, que casi podríamos afirmar que lo hacen con dolo. Si revisamos no sólo el llamado "camino sinodal alemán" y aún antes, prácticamente durante todo el siglo XX, muchos de sus planteamientos son de verdaderos ataques a la Iglesia y su Doctrina.

Hoy están proponiendo que se prohíba la confesión a niños menores de 15 años. ¿A quién se le ocurres esta barbaridad? La justificación que esgrimen es que así se evitarían los abusos sexuales por partes de los sacerdotes… ¡Falso! Una persona dañada psicológica y moralmente, si no es tratada o corregida, cometerá abusos antes y después.

Si analizamos lógicamente el problema de los abusos, el problema no es el acercamiento de los niños a la confesión, sino la corrupción moral de los que se suponen deberen aconsejar y perdonar los pecados. El problema no está en los niños, la causa radica en los sacerdotes mal formados, o más bien, deformados. Por lo tanto, la solución debe aplicarse a las causas, no a las consecuencias.

Esta forma "torcida" de argumentar es equivalente a decir que, si en una ciudad hay muchos accidentes de tránsito, entonces, lo que se debe hacer, es retirar los vehículos. ¡Una tontería! Si la causa es el manejo imprudente, allí debería estar la solución.

En primer lugar, la confesión cuál es un sacramento muy necesario, no sólo para poder recibir la Sagrada Eucaristía, sino también otros sacramentos, pues borra todos los pecados cometidos después del Bautismo. Sin la confesión sería muy difícil que alguno se salvará.

Si reconocemos la naturaleza del Pecado Original y la debilidad o inclinación que el hombre tiene para cometer errores y pecados, nos daríamos cuenta de lo importante que resulta este sacramento, aún para aquellas personas que han alcanzado un grado de santidad importante. Siempre hay algo que corregir.

Desde el punto de vista psicológico, el niño, después de los 6 o 7 años, ya es capaz de distinguir entre el bien y el mal, y ya su conciencia le dicta cómo debe comportarse y cuándo debe pedir perdón de sus pecados. Si bien le falta desarrollar su conciencia con la madurez de un adulto, ya sabe cuándo hace mal y hace bien, y cuándo debe pedir perdón a Dios. Además, los hábitos se adquieren desde los primeros años, y la costumbre de confesarse está entre los más importantes desde el punto de vista moral y religioso, pues es la manera en que se reconcilia con Dios, y con la gracia recibida y los consejos del sacerdote, dirige su conducta hacia el camino del bien. Si no se desarrollan esos hábitos de confesarse, necesarios a tierna edad, será muy difícil -y a veces imposible- que después lo haga.

No sólo es la perspectiva religiosa o psicológica, sino también desde el punto de vista social. ¿Cómo queremos formar hombres justos, horados, responsables que eviten la maldad y hagan lo correcto si no formamos su conciencia social? Es la confesión, apoyada con una buena educación lo que les permite alcanzar ese cometido. Mejor aún, porque la confesión, además de regresar a la amistad con Dios, confiere gracias sobrenaturales para hacer los correcto.

Pero lo que dicen suponen estos sacerdotes alemanes es que se considere al sacerdote como un posible abusador, un acosador sexual, un potencial pederasta. ¿A quién se le ocurre esto? Estamos de acuerdo en que hay y ha habido algunos ministros de Dios que pudieran incitar al pecado a los niños, jóvenes, y hasta adultos, pero en términos reales son pocos comparados con el grueso de la población; diríamos muy pocos.

Si se quiere resolver el problema, lo que debe de hacerse es fortalecer los procesos de selección y formación de los sacerdotes, sobre todo buscando personas sanas y atendiendo al desarrollo de virtudes como la castidad, la piedad, la oración y la obediencia. Porque si son personas sanas psicológicamente y ponen su vida en sus manos de Dios y sus superiores, se verán librados de todos los peligros.

En lugar de prohibirse la confesión a menores de 15 años, hoy lo que debería de hacerse es utilizar criterios más apropiados y estrictos en la selección de los candidatos al sacerdocio, y después establecer programas que los lleven a la santidad.

Si esperamos hasta que tengan 15 años los niños o adolescentes, lo más probable es que, como no han adquirido el hábito de confesarse, no lo hagan después, y con ello se corre el riesgo de perder sus almas. Por otro lado, tiene que haber programas de apoyo y vigilancia a los sacerdotes, para que desarrollen su ministerio en estricto apego a su dignidad sacerdotal y a su misión


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