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17.04.2024

EN UN CASO QUE HA CONMOVIDO A LA OPINIÓN PÚBLICA. Países Bajos: aplicarán la eutanasia a una mujer sana de 28 años sólo por ser autista con depresión. INFOCATÓLICA. 06abr24. https://www.infocatolica.com/?t=noticia&cod=49140

Noticia:

Expertos advierten sobre el riesgo de un «contagio suicida» en casos como el de Zoraya ter Beek, donde factores sociales, culturales y psicológicos pueden influir en la toma de decisiones extremas.

Rupa Subramanya informó para Free Press el 1 de abril de que Zoraya ter Beek, una holandesa autista (28 años) que sufre depresión, tiene previsto morir por eutanasia a principios de mayo.

Subramanya informa: Ter Beek, que vive en una pequeña ciudad holandesa cerca de la frontera alemana, ambicionaba ser psiquiatra, pero nunca fue capaz de reunir la voluntad para terminar sus estudios o empezar una carrera. La depresión, el autismo y el trastorno límite de la personalidad la lastraban. Ahora estaba cansada de vivir, a pesar de estar enamorada de su novio, un programador informático de 40 años, y de vivir en una bonita casa con sus dos gatos.

Recuerda que su psiquiatra le dijo que lo habían intentado todo, que «no podemos hacer nada más por ti. Nunca va a mejorar». En ese momento, dijo, decidió morir. «Siempre tuve muy claro que si no mejoraba, no podría seguir con esto».

Subramanya informa que la mujer declaró:

«Me da un poco de miedo morir, porque es lo último desconocido», dijo. «Realmente no sabemos lo que nos espera, ¿o no nos espera nada? Eso es lo que da miedo».

La historia de Zoraya ter Beek tiene algunas similitudes con la de la mujer autista de Calgary de 27 años a la que se aprobó la eutanasia, pero cuyo padre intenta impedir la muerte por la vía judicial.

Subramanya afirma a continuación: «Normalmente, cuando pensamos en personas que se plantean el suicidio asistido, pensamos en personas que se enfrentan a una enfermedad terminal. Pero este nuevo grupo padece otros síndromes: depresión o ansiedad exacerbadas, dicen, por la incertidumbre económica, el clima, las redes sociales y una serie aparentemente ilimitada de miedos y decepciones».

Subramanya entrevistó al profesor Theo Boer, miembro del Comité Holandés de Revisión de la Eutanasia durante 10 años, y escribe: «Entré en el comité de revisión en 2005, y estuve allí hasta 2014», me dijo Boer. «En esos años, vi cómo la práctica holandesa de la eutanasia evolucionaba desde la muerte como último recurso hasta la muerte como opción por defecto». Al final dimitió.

Boer tenía en mente a personas como Zoraya ter Beek, a quien, según los críticos, las leyes que desestigmatizan el suicidio, una cultura de las redes sociales que da glamour al suicidio, han animado tácitamente a suicidarse. «Activistas que insisten en que deberíamos ser libres de suicidarnos cuando nuestras vidas estén "completas"».

Subramanya termina su artículo afirmando: «Han sido víctimas, a ojos de los críticos, de una especie de contagio suicida».

Las estadísticas sugieren que estos críticos tienen razón. En 2001, Holanda se convirtió en el primer país del mundo en legalizar la eutanasia. Desde entonces, el número de personas que optan cada vez más por morir es sorprendente.

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¿Qué es la eutanasia?

Podemos definirla "el hecho de provocar directamente la muerte de una persona con la finalidad de terminar una vida de sufrimiento, marcada por el padecimiento de una situación indigna o por una carencia física grave e irreversible".

En esta definición encontramos algunos puntos a considerar:

  • Provocar la muerte a una persona. De entrada, ya nos encontramos con una limitación de tipo moral: no es lícito quitar la vida a un semejante, matar. Sin embargo, las condiciones a las que está sujeta esa vida, deben ser consideradas.
  • Con el fin de terminar con su sufrimiento. El sufrimiento es parte de la vida, lo mismo que el gozo, la alegría y la tristeza. Claro que es lícito mitigar el dolor, en la medida de lo posible, pero no terminando con la vida. Es probable que algunos medicamentos paliativos o analgésicos sean nocivos para el cuerpo, pero su aplicación es para evitar el dolor, no para terminar con la vida.
  • Una situación indigna. Aquí tenemos un problema de subjetividad. ¿Cuándo se puede considerar una situación indigna? ¿Cuándo la persona o la sociedad considere que es indigna? ¿Cuándo se esté inmerso en la miseria? ¿Cuándo la persona no quiere que la vean sufrir?
  • Por una carencia grave o irreversible. De nuevo consideramos el concepto de gravedad, y de lo que los médicos consideran una enfermedad terminal. No es una excepción el hecho de que una persona haya sido declarada desahuciada por los médicos, y siga viviendo por más tiempo. Los adelantos médicos suceden día tras día, de forma de que lo que hoy no tiene cura, quizás mañana la encuentren.

El sentido cristiano de la vida y del dolor.

La vida es propiedad de quien la otorga, es decir Dios. Solo quien da la vida la puede terminar. Es un problema de justicia.

La Providencia del Creador nos ha dotado con el sufrimiento, tanto por ser parte inherente a la vida, como también un remedio a nuestros pecados, una forma de hacer penitencia. Pero lo cierto es que Dios no pone sobre los hombros de cada persona nada que no pueda soportar, con su gracia. Muchas personas no hemos entendido el valor del sufrimiento.

Pero el dolor también tiene otro aspecto positivo, desde la perspectiva religiosa: es un medio de santificación, una manera de acercarnos a Dios y a su sufrimiento redentor. En pocas palabras, también es una forma de amor.

El problema es cuando la sociedad y las personas se han olvidado de Dios. Entonces la vida parece insoportable, y los conceptos de sentido de la vida, dignidad, dolor y muerte se convierten en algo inaceptable.

Por ejemplo, en el caso que nos trae a la reflexión, estamos hablando de una persona sana, de 26 años, con ilusiones (e incluso con un novio), que padece autismo y depresión. Cierto es que el autismo no tiene un origen bien conocido, pero, por una parte, hay una cantidad inimaginada de personas que tienen autismo en bajos niveles a veces desconocidos por ellos mismo, y que son perfectamente funcionales; por otra parte, los tratamientos médicos, tanto para el autismo como para la depresión, todos los días tienen avances importantes.

Pero la responsabilidad por la eutanasia no es exclusiva del paciente, sino también de quien lo "ayuda" a morir. Es increíble que en el caso de esta chica el psiquiatra haya declarado que "no se puede hacer nada más". Falta de profesionalismo, porque el médico está obligado a buscar diferentes alternativas terapéuticas. Pero a la falta de ética profesional, hay que añadir la complicidad con la muerte de la paciente, aunque ella sea quien la solicita.

Consecuencias personales y sociales

No sé si alcancemos a ver los alcances de esta decisión. Si una persona en buen estado físico, con algunos problemas mentales, se le autoriza la eutanasia, ¿qué no sucederá en un futuro cercano con los pacientes ya declarados terminales, con los que padecen enfermedades crónicas o los que por voluntad propia deciden morir?

Y qué ocurrirá con los millones de indigentes y de aquellos que viven en la pobreza extrema, y por lo tanto, no tienen una vida digna. ¿También serán candidatos a la eutanasia ordenada por el estado? ¿Y luego siguen los ancianos? ¿Y los "enfermos locos y reaccionarios" que no comulgan con el pensamiento único que propone el globalismo?


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