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31.07.2024

CINCO PUNTOS QUE UN CATÓLICO DEBE CONOCER SOBRE LA CEREMONIA DE INAUGURACIÓN DE LAS OLIMPIADAS DE PARÍS 2024

JM López Vega

31 de julio de 2024

  • ¿Por qué dicen que la ceremonia resultó en un insulto para los cristianos?

Porque en ese evento se ridiculizaron varias de los misterios más importantes del cristianismo, especialmente la Última Cena, el día en que Nuestro Señor Jesucristo instituyó nada menos que la Santa Misa y la Eucaristía, el legado más precioso que nos ha dejado, para consuelo en nuestras vidas y santificación de nuestras almas.

Pero no fue sólo esa burla. También adoraron al "becerro de oro" aquél por el que Moisés, al bajar del Monte Sagrado con las Tablas de la Ley, encontró al pueblo de Israel adorando a ese ídolo, en su ira rompió las Tablas y maldijo a los israelitas: Entonces Moisés bajó del monte, trayendo en sus manos las dos tablas de la Ley, escritas por ambas partes y labradas por Dios, así como era también de la mano de Dios la letra grabada en ellas… Y habiéndose acercado ya al campamento, vio el becerro y las danzas; e irritado sobremanera, arrojó de la mano las tablas, y las hizo pedazos a la falda del monte... (Ex. 33. 15-16, 20, 28) Por esta ofensa de idolatría, el Señor hizo matar a 23,000 hombres ese mismo día.

Pero, en París, no sólo fue eso. También apareció una representación de María Antonieta, a la que la Revolución Francesa hizo pasar por la guillotina. Esta representación también hace referencia al Santo Patrono de Francia, Saint Denis o Santo Dionisio, que vivió en el Siglo III. Según narra la tradición de este pueblo, San Dionisio fue decapitado, pero este gran santo, aun así, con la cabeza entre las manos, siguió predicando el evangelio.

La Revolución Francesa fue la culminación de los movimientos contra el orden establecido, contra la monarquía, pero especialmente contra el cristianismo.

Hay más simbolismo cristiano que fue ridiculizado en esta inauguración, pero con estos ejemplos queda respondida esta pregunta.

· Pero, en todos los eventos de inauguración olímpicos, el país anfitrión eventualmente presenta cosas distintas de las deportivas. ¿Por qué se critica a estas representaciones de París 2024?

Es cierto que en las inauguraciones los países anfitriones muestran algunos de los rasgos más sobresalientes de su cultura. Así sucedió en Corea, donde miles de jóvenes hacían retumbar el estadio con el ritmo de sus tambores, perfectamente sincronizados; o en Atenas, donde otro grupo de esbeltos jóvenes, cubiertos de un blanco que imitaba y se confundía con el mármol, presentaban diferentes poses, similares a hermosas estatuas que esa cultura nos ha dejado.

Pero en París no puede decirse lo mismo. No. Ésa no es la cultura de un pueblo que fue el hijo primogénito del cristianismo. Esa fue una mofa, una sátira de mal gusto directamente diseñada para ofender a Cristo y a lo más sagrado de la Cristiandad.

· ¿No estaremos imaginando algo que tiene alguna coincidencia con el catolicismo, o fue realmente algo planeado con anterioridad?

Ésa fue la respuesta de algunos comentaristas, especialmente los pagados por los organizadores. Pero después los mismos organizadores y los participantes en esta despreciable representación han reconocido la intencionalidad de la ofensa, bien planeada desde un principio.

Así lo reconoció Barbara Butch, la mujer obesa que salió representando a Jesucristo durante la Última Cena. Butch es una judía sionista, queer y lesbiana, y como tal, enemiga del Cristianismo; Tony Estanguet, el organizador de aquelarre, dijo que el espectáculo fue diseñado para provocar reflexión… la idea era solamente ser inclusivo… Palabras que intentan disfrazar su perversa intención.

NO. El evento fue diseñado para acelerar la muerte del Cristianismo como fuente de la cultura occidental, idea que desgraciadamente está imponiéndose en Europa

· ¿Qué hubiera hecho Jesucristo ante una afrenta de estas dimensiones?

Hay la opinión de que un cristiano debe presentar la otra mejilla ante los ataques de sus enemigos. Sí, puede ser una manifestación de humildad y caridad. De hecho, Nuestro Señor Jesucristo calló y sufrió con paciencia las ofensas y los daños que provocaron en su persona. Pero cuando las ofensas no fueron para Él, sino para su Padre o para el Templo Santo, Nuestro Señor respondió con una santa ira y defendió, aún a golpes, a los detractores de su Padre. Recordemos cuando tuvo que expulsar del templo, a golpe de un látigo improvisado, a los mercaderes que se reunían en el templo para realizar sus negocios: Habiendo entrado Jesús en el templo de Dios, echó fuera de él a todos los que allí vendían y compraban; y derribó las mesas de los cambiantes y las sillas de los que vendían palomas para los sacrificios; y les dijo: Escrito está: Mi casa será llamada casa de oración; más vosotros la tenéis hecha una cueva de ladrones (Mt. 21, 13-14).

Cuando la ofensa se dirige a nuestra persona, ofrecer la otra mejilla en señal de humildad y como una ofrenda a nuestro sufriente Redentor, es algo meritorio; pero cuando se ofrece la otra mejilla por cobardía, se convierte en un acto despreciable.

· Y a nosotros los católicos, ¿que nos toca hacer?

Fue una ofensa pública de dimensiones globales, vista en todo el mundo y por millones de televidentes. Desde luego que para Dios esta gran afrenta no quedará sin castigo, y no sólo para quienes organizaron el evento, sino también para lo que lo presenciaron pasivamente, esbozando una sonrisa por el atrevimiento de estos degenerados. Esto no se quedará así. Ya en el pasado murieron 23,000 israelitas por un evento menos grave que éste. Seguramente vendrá un castigo ejemplar.

Pero los católicos no podemos quedarnos callados. Necesitamos implorar misericordia al Señor, realizar actos de desagravio, rezar, rezar mucho por nosotros y por todo el mundo, para que la mano de la justicia divina no sea aplicada con el rigor merecido.

Pero también necesitamos dar testimonio. Protestar, argumentar, demostrar públicamente nuestra indignación por las ofensas que ha recibido Nuestro Dios y Señor. Y cómo diría un gran santo: si los argumentos no bastan, entonces nos quedan los puños.


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