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31.08.2024

Pide cambiar el orden de lectura y no ofrecer la que pide a la mujer que se someta al marido. La teóloga que quiere 'vetar' a San Pablo en misa: Algunos textos parecen "terroristas". RELIGIÓN DIGITAL. Por José Lorenzo. 24ago24. https://www.religiondigital.org/mundo/teologa-quiere-San-parecen-terroristas-pablo-genero-igualdad-feminista_0_2700329946.html

Noticia:

Annette Jantzen, teóloga, casada y madre de tres hijos, que trabaja en el Obispado de Aquisgrán (Alemania) y acompaña a mujeres en situación de vulnerabilidad, lleva años luchando para feminizar el lenguaje de la liturgia, que considera que es demasiado patriarcal, pero ahora acaba de dar un salto cualitativo al pedir que la segunda lectura de la carta del apóstol Pablo a los Efesios, que se lee mañana en todas las misas, y donde se pide que la mujer se someta a sus marido, no debería ofrecerse en los servicios religiosos.

"Esta sección de la carta a la comunidad de Éfeso, escrita en un momento en que el orden social patriarcal ya había penetrado profundamente en las comunidades, ya no es adecuada como lectura de las Escrituras en los servicios religiosos", escribe la teóloga en su blog.

"La forma adecuada de afrontar este texto sería dejar de recitarlo", sostiene Jantzen, que defiende que eso no supone una censura de la Biblia. "Somos nosotros mismos quienes damos sentido o no al Libro de los Libros", según recoge el portal Katholisch.

"Es un texto terrorista"

"Desde la perspectiva de la igualdad de género, esta sección de la carta es también un texto terrorista porque, a pesar de todas las invocaciones al amor, la opresión y el estatus secundario continúa siendo sacralizando y, por lo tanto, sugiere que deben interiorizarse", escribe la teóloga, que se pone en la piel de esas personas que han sufrido violencia física, verbal, sexual, psicológica o financiera al escuchar las palabras de san Pablo.

Surgido tras el Vaticano II, el orden de las lecturas es vinculante para toda la Iglesia según el rito romano, y consta de un ciclo de lectura de tres años para los domingos y festivos, y un ciclo de lectura de dos años para los días laborables. De los 31.187 versículos de la Biblia, unos de 12.000 se leen según el nuevo orden de lectura. De ahí que esta teóloga estime que la Iglesia aún tiene mucho dónde poder elegir lecturas más adecuadas.

Liturgia con lenguaje "demasiado patriarcal"

En otras de las entradas de su blog, Jantzen denuncia el lenguaje "demasiado patriarcal" que se usa en la liturgia. "En la misa noto una y otra vez cuán unilateralmente masculino y patriarcal es el lenguaje en la liturgia. Se habla de Dios como Señor, como Gobernante y Todopoderoso. A muchas mujeres les resulta difícil orar con imágenes de ese lenguaje y mi tarea es permitir que las mujeres celebren los servicios de tal manera que puedan encontrar su camino hacia la oración".

Considera Jantzen que "el lenguaje litúrgico o teológico se usa con demasiada frecuencia para gobernar a otros. Porque cuando hablo de Dios como soberano, rey y todopoderoso, esto transmite claramente una imagen de Dios que sabe todo y ya no cuestiona nada". Y detrás de esas palabras e imágenes, añade, "hay ideas patriarcales de poder y omnipotencia".

COMENTARIOS 

"Si la realidad no coincide con mis palabras, peor para la realidad". Una frase muy conocida que algunos la atribuyen a Hegel y otros a Locke. Pero lo importante, a la vez que ridículo y siniestro, es la aplicación de este principio a la Teología, al estudio de Dios. En otras palabras: si las Sagradas Escrituras no se ajustan a lo que pienso, peor para las Sagradas Escrituras…

Primero. Es dogma de fe que la autoría de las Sagradas Escrituras es el mismo Dios, quien a través del Espíritu Santo inspiró a los patriarcas y apóstoles que las escribieron. Por consiguiente, lo que dicen las Sagradas Escrituras es verdad, pues es palabra de Dios, que no puede engañarse ni engañarnos. Y si lo dice por medio de uno de sus más grandes apóstoles, San Pablo, sin duda es verdad. Y hasta la misma lógica nos lo muestra en la realidad. Si bien en un matrimonio los esposos se convierten en "una sola carne", sus funciones dentro del matrimonio son diferentes. No sólo la religión, sino la misma ciencia lo afirma: física, psicológica, social y espiritualmente somos diferentes. Ni las características físicas, ni los procesos cognitivos y emocionales, ni nuestra forma de relacionarnos con los demás, así como la manera como ejercitamos las virtudes y buscamos la plenitud, son iguales.

Es cierto que lo que propone es omitir estas lecturas, no eliminarlas del Nuevo Testamento, pero finalmente resultan en una misma práctica: no enseñarlas a los fieles católicos.

El que seamos diferentes no quiere decir antagónicos. Pero ahora viene lo importante: diferentes, pero complementarios. La mujer tiene una tarea y una función altísima, en cuanto que puede concebir y dar a luz a un hijo, y en esto colabora con el acto creador de Dios; el hombre no puede hacerlo. Pero generalmente tiene una talla mayor y un poco más de fuerza, lo que lo hacen más apto para ser el proveedor y el protector de una familia. Y estas son tareas que se complementan. Somos diferentes porque así nos hizo Dios, porque así nos convenía, y por eso distribuyó sus dones y nos asignó responsabilidades.

Segundo. Si el problema es de autoridad en la familia, Dios ha establecido que la mujer debe estar sujeta al hombre. Pero estar sujeta no quiere decir esclava o inferior, Jesús niño era infinitamente superior a su santísima madre, María y a San José, su padre ante los hombres, y sin embargo, les estaba sujeto. La autoridad no se agota sólo en mandar; la verdadera autoridad, la que viene de Dios, tiene como principales manifestaciones el conducir, el cuidar y el servir. Si una familia va en un mismo auto, el padre y la madre no pueden ir conduciendo al mismo tiempo. Si así sucediera tendríamos seguramente un accidente. Las verdaderas sociedades -y la familia es una de ellas-, tienen una organización jerárquica, no democrática. Por eso Dios creó a su Iglesia con una estructura jerárquica y dio a la familia esa misma estructura.

Tercero. Pero pasando a otro punto, en una visión marxista, dialéctica, que ahora también algunos modernistas la aplican a la Iglesia, nos trae consecuencias como ésta que nos dice la mencionada teóloga. La tesis marxista de la lucha de clases se ha aplicado por mucho tiempo para contraponer al hombre y a la mujer, como si fuéramos contrarios por necesidad. Y ahora se habla de las sociedades patriarcales y matriarcales, como modelos antagónicos. Como a través de la historia las organizaciones en general, y la Iglesia en particular, han tenido líderes o gobernantes masculinos, hombres, ahora se quiere que las que dominen sean las mujeres, lo que se percibe como una alternancia en el poder.

Hay todo un pensamiento social que ha penetrado en la Iglesia conocido como "matrística" o "cultura matriarcal", que afirma que quienes deben de mandar son las mujeres. A esto obedece el feminismo, que ha penetrado en el gobierno de las naciones y de la misma Iglesia, movimiento que busca equilibrar las representaciones de autoridad incluyendo a hombres y mujeres en igual número, independientemente de sus aptitudes y capacidades. En los gobiernos ya exige el mismo número de hombres y mujeres en los representantes populares. En la Iglesia, el movimiento modernista ya lucha por que las mujeres participen no sólo como diáconas, sino incluso como presbíteras o hasta como obispas. Pero esta cuestión no puede decidirse tomando en cuenta los gustos de unos y otros, sino siguiendo las instrucciones que el Hijo de Dios dejó claramente en y para su Iglesia.

Pero el marxismo va más allá de la cultura matriarcal. Como en un proceso dialéctico siempre se anteponen una tesis con una antítesis, las cuales entran en conflicto, y de ese conflicto resulta una síntesis necesaria, de orden mayor a la tesis y la antítesis, ahora en la sociedad se está aplicando este proceso dialéctico de lucha de clases a la sociedad, donde el hombre representaría la tesis, la mujer la antítesis, y la ideología de género, perfectamente encaja como una síntesis.

Aquí podemos ver hasta dónde la dialéctica marxista no sólo acabar con las estructuras sociales -que es su fin declarado por sus fundadores- sino que nos está conduciendo a un error de dimensiones moralmente perversas y hasta diabólicas.


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