NOTICIA COMENTADA 756
LA ESCUELA DE PADRES CONTRA LA IDEOLOGÍA DE LA EDUCACIÓN PÚBLICA
Por JM López Vega

Se
supone que nuestros hijos van a la escuela a aprender la ciencia y
desarrollar ciertos hábitos que les ayude a desempeñarse de manera más
adecuada en la sociedad. Pero en la práctica, la Nueva Escuela Mexicana, lo
que ahora enseña, y en temas verdaderamente importantes para la vida, es
mucha ideología y poca ciencia, y en lugar de ser formativa, parece más
bien de-formativa.
En primer lugar, analicemos la diferencia entre la ciencia y la ideología. La ciencia, si bien surge de teorías que son propuestas por los científicos, pero tienen que ser demostradas, bien sea mediante la demostración racional o la comprobación empírica-experimental. Aquí el concepto importante es la demostración o comprobación de que las teorías son válidas. Cuando así lo demuestran, hablamos de conocimiento científico.
Viéndolo desde esta perspectiva, que nuestros hijos aprendan la ciencia, es bueno y generalmente necesario, aunque de antemano sepamos que la ciencia que aprenden es la que el Estado selecciona, que no siempre es la que los niños necesitan, ni necesariamente la que los padres quieren. El Estado es el que selecciona los contenidos que se deberán enseñar y aprender.
Pero cuando hablamos de ideología, no estamos hablando de ideas probadas científicamente, sino de propuestas particulares, emitidas por personas que desean convencer a otros de determinadas ideas. No son conocimientos comprobados o demostrados, sino propuestas que tiene como finalidad convencer a las personas de sus ideas. Generalmente tiene fines políticos, sociales o económicos. Bajo estos principios se quiere obtener una ganancia ideológica, vinculada con la aceptación de sus propuestas, pero detrás de esa aceptación está el control social.
Entre las ideologías más importantes que actualmente se pretenden inculcar a nuestros hijos en las escuelas oficiales son el marxismo, que dio origen al comunismo y el socialismo y promueve la lucha de clases, como una necesidad para lograr el cambio de estructuras políticas y económicas; la ideología de género, que es una perversión de la sexualidad humana; el ecologismo (que no es lo mismo que la ecología) que presenta al hombre como el principal enemigo de la tierra, y promueve el regreso a los orígenes de la humanidad; el maltusianismo, que insiste en que somos muchos habitantes en el planeta, y que es necesario disminuir drásticamente la población; y otras ideologías que hacen un daño terrible a nuestros hijos y a la sociedad misma. En la actualidad encontramos todas estas propuestas reunidas y sintetizadas en lo que se ha llamado la AGENDA 2030, propuesta desde la ONU y otros organismos internacionales NO ELECTOS, sino AUTONOMBRADOS como el Foro Económico Mundial (WEF).
Lo más preocupante es que estas ideologías ocupan un lugar de primera importancia en el currículum oficial, dejando a la ciencia y las artes en segundo término.
En segundo lugar, es necesario recordar que los padres tienen el derecho y la obligación de educar a sus hijos; la escuela es un medio necesario, pero secundario en cuanto a los fines de la educación. Su fin debería ceñirse a la ayuda y colaboración con los padres en la educación de los niños y jóvenes. Este sentido primario se ha relegado, poniendo a la escuela como la única fuente de las orientaciones sobre lo que los niños deben aprender. Los gobiernos no consultan a los padres sobre los contenidos que proporcionarán a los niños, ni las edades propicias para ello.
Como tercer punto, en una sociedad plenamente democrática, el Estado debería promover los valores y creencias de sus ciudadanos y electores. En México la población se define como católica. Por lo tanto, los valores cristianos deberían ser la base de la sociedad, y el currículum escolar debería estar impregnado de este rasgo de nuestra IDENTIDAD NACIONAL. Pero ocurre exactamente lo contrario. Desde el gobierno de Juárez (1858 a 1872), la educación mexicana se decretó oficialmente como liberal y laica, y, por ende, contraria a la idiosincrasia mexicana. Es decir, la educación en México es, por ley, anticristiana. Y así continúa hasta la actualidad. Pero especialmente durante el sexenio pasado se radicalizó más la educación, mediante un modelo pedagógico totalmente marxista.
La educación debería representar la idiosincrasia del pueblo gobernado. Por el contrario, nuestros gobernantes han mantenido intencionalmente un sistema educativo anticatólico. Esto se puede entender si conocemos la militancia masónica de la mayoría de los presidentes y funcionarios de primer rango en la historia de México. La militancia de Andrés Manuel López Obrador en esta secta es por demás conocida. La nueva presidenta, Claudia Sheinbaum Pardo, también es miembro de esta sociedad, según la información disponible en la Internet.
Como cuarto factor importante para ser considerado, es el hecho de que en nuestra sociedad no es posible prescindir de las escuelas como instituciones educadoras. La otra opción sería que los padres brindaran la educación a sus hijos en el hogar, pero este aspecto es prácticamente imposible. El sustento de la familia hace que las mujeres de clases medias y bajas, o sea, la gran mayoría, tengan que participar de alguna manera en el mercado laboral aportando los recursos económicos necesarios para subsistir.
Por otra parte, los padres no tienen la formación necesaria para enseñar, pues carecen de los fundamentos teóricos y metodológicos que implican la tarea educativa. La familia no tiene todos los medios para educar; requiere de la subsidiaridad que el Estado debe dar a las familias, para que puedan educar a sus hijos. El Estado sí tiene la capacidad para ofrecer de manera sistemática la educación que los niños necesitan, pero debiera estar vinculado a las necesidades y obligaciones de los padres y no es así.
Para ser más concretos, el Estado ha tomado educación de los niños como una prerrogativa política e ideológica propia. Particularmente en México, ha diseñado nuevo modelo educativo según sus intereses ideológicos; en este sentido se convierte a la educación en un arma para difundir, no sólo el marxismo, sino también todas estas ideas revolucionarias, que seguramente sembrarán semillas del error y la perversión en nuestros niños. Quieren formar los ahora niños, después ciudadanos, según el tipo de personas que den continuidad a sus intereses ideológicos.
Lo que nos queda ahora es formar una Escuela para los Padres, de manera que pueda orientarlos para contrarrestar las ideologías que interesan al gobierno, que en esencia son anticristianas y que sirven para ideologizar a nuestros hijos
Si bien la escuela de padres no es la mejor solución ante tan grande problema. Sí representa un paliativo y, bien llevada a cabo, una especie de antivirus, para que los padres de familia prevengan, orienten y corrijan la instrucción que la escuela ya está dando a sus hijos.
Los padres tenemos que organizarnos para conocer y analizar los temas que ya se abordan en la educación básica y media superior. Estos temas centrales de la Escuela de Padres deberán estar centrados en dos grandes vertientes: Temas que ayuden a contrarrestar las ideologías trasmitidas en la escuela, por ejemplo, la vida social y política de un católico conforme a la Doctrina Social de la Iglesia, la caridad cristiana contra la lucha de clases, o la falsedad científica de la ideología de género.
La otra vertiente tendría como finalidad apoyar a los padres en su función educativa, fortaleciendo la familia y dando consejos sobre cómo educar a sus hijos. Algunos ejemplos serían: La necesidad de la estabilidad familiar para el desarrollo sano del niño, cómo desarrollar hábitos virtuosos de trabajo y convivencia, o cómo ayudar a los hijos con sus tareas escolares.
Pero antes de todo eso, los Padres de Familia están obligados a sentar las bases sobre las cuales se desarrollará no solo la educación de sus hijos, sino toda su vida y su misión es esta vida: es decir, tienen que asegurarse que sus hijos reciban una educación religiosa, tomando el concepto de educación en su sentido completo: no solo con algunas lecciones de catecismo, sino promoviendo una conducta acorde con los principios que nos enseñó Cristo. Él tiene que ser el centro de la educación y de la vida de un católico.
La Escuela de Padres hasta ahora ha sido organizada y coordinada por algunas escuelas que comprenden el sentido y valor de esta herramienta para complementar la educación integral del niño. Pero esta Escuela no tiene que ser necesariamente un satélite de las escuelas.
En esta tarea sería importante que se involucrara la Iglesia, que también tiene una estructura tal que permita soportar una verdadera enseñanza para los padres de familia, donde además de las necesarias instrucciones religiosas, amplíen el horizonte de los fieles, analizando algunos temas centrales no religiosos, pero que necesitan de la dirección apropiada y la interpretación a la luz del Evangelio.
La labor de los sacerdotes es ciertamente ardua. Están prácticamente ocupados a tiempo completo en sus responsabilidades propias de su ministerio. Si la participación de los sacerdotes por el momento no fuera posible, los padres católicos necesitan organizarse para, ellos mismos, conforme a sus intereses comunes que nos brinda la enseñanza religiosa recibida, organizar nuestras propias Escuelas de Padres, y periódicamente estar sesionando para analizar lo que nuestros hijos aprenden y poner lo correctivos necesarios.